domingo, 2 de junio de 2013

Viaje al país del sol naciente (Japón 2013)





INTRODUCCIÓN


Una vez más nos vamos de viaje. Esta vez el destino elegido es Japón. De nuevo Asia. Este continente, y sobre todo Japón, tiene algo especial. Habíamos barajado otros destino. Algunos tan diferentes como Chile, Madagascar, Venezuela o incluso Sudáfrica. Sin embargo, el Imperio del Sol Naciente tiene asegurado un viaje lleno de contrastes culturales que no nos dejarán indiferentes.
 
Mapa de Japón


PREPARANDO EL VIAJE

En esta nueva aventura no tenemos que organizar prácticamente nada a excepción del tema del billete y horarios de tren. Esto si que es verdaderamente importante. El resto puede pasar a un segundo plano.

Para poder desenvolverte por todo Japón de una manera fiable, sencilla, rápida y económica lo mejor es hacerlo en tren. Para ello se debe comprar el pase de tren JAPAN RAIL PASS (JRP) para una, dos o tres semanas. Existen dos variantes: la de clase superior (Green class) y la ordinaria (Ordiary class). Creo que el sobrecoste que tiene el billete de primera no justifica su compra. El billete ordinario cumple con creces su función. Este pase para turistas solo se puede comprar fuera de Japón y la mejor manera es hacerlo en Internet. Se puede adquirir en la dirección web http://www.japan-rail-pass.es. Además, aquí se encuentra toda la información necesaria para su activación y disfrute al llegar a Japón. Una vez completado el registro nos enviaran un billete,  canjeable por el definitivo en alguna de las oficinas del JR de Japón, en unos pocos días. Cuando se esté utilizando es fundamental llevar nuestro pasaporte siempre junto al pase.



Resguardo del billete JR Pass

Resguardo del billete JR Pass

La otra parte imprescindible para poder sacar el máximo provecho del pase es disponer de una conexión a Internet en el pc, móvil o tableta y consultar la página web Hyperdia. Aquí podremos consultar todos los horarios y rutas de trenes de todo Japón. Hay que tener en cuenta que el pase de JRP solo es válido para las lineas de JR de tren y autobús, así como alguna otra de ferrys. La mejor opción para saber que rutas cubre el JRP es visitar la web indicada arriba. Como alternativa existe una guía de los horarios e itinerarios, la cual se edita anualmente. El problema es que solo se edita en japonés y su peso es considerable.



Web Hyperdia

Para buscar un itinerario se debe seleccionar la estación de salida y llegada, así como el día y la hora estimada de salida. Como resultado nos ofrecerá unas cuantas opciones, tanto de horas como de conexiones.

El vuelo que mejor nos sale de precio y horario para volar a Japón vuelve a ser vía París con Air France.

Las publicaciones de las que obtenemos gran parte de la información para organizar el viaje serán entre otras: Lonely Planet de Japón, revistas Altair y Lonely Planet Magazine de Japón, así como diversos blogs.





ITINERARIO Y PLAN DE VIAJE

Solo hemos decidido los primeros días del viaje (estancia en Tokio y Kioto). El resto irá sobre la mancha. Dependerá del clima que nos encontremos en las diferentes latitudes de la zona centro y sur del país. Lo que tenemos claro es que no vamos a viajar hacia el norte (zona Fukushima) ni a la isla norte de Hokkaido por falta de tiempo (tal vez en otro viaje).

Nuestro plan de viaje es el siguiente:



- 15/03/2013: Viaje en avión hasta Tokio
- 16/03/2013: Llegada y estancia en Tokio
- 17/03/2013: Estancia en Tokio/Nikko
- 18/03/2013: Estancia en Tokio/Kita-Kamakura
- 19/03/2013: Estancia en Kioto
- 20/03/2013: Estancia en Kioto
- 21/03/2013: Estancia en Kioto
- 22/03/2013: Estancia en Kioto/Nara/Osaka
- 23/03/2013: Llegada y estancia en Hiroshima
- 24/03/2013: Estancia en Hiroshima/Miyajima
- 25/03/2013: Estancia en Kagoshima
- 26/03/2013: Estancia en Matsuyama
- 27/03/2013: Estancia en Matsuyama
- 28/03/2013: Viaje y estancia en Tokio
- 29/03/2013: Estancia en Tokio/Hakone
- 30/03/2013: Estancia en Tokio
- 31/03/2013: Estancia en Tokio  
- 01/04/2013: Vuelo y llegada a Bilbao



DÍA 1 (15/03/2013). VIAJE EN AVIÓN HASTA TOKIO 


Toca madrugar bastante. A eso de las 5:30 horas de la mañana ya estamos en el bus dirección al aeropuerto de Bilbao. Por suerte el avión sale puntual a las 7:30 horas y llegamos al aeropuerto Charles de Gaulle de París a las 9:00 horas.


Mientras esperamos la salida del Airbus 380 pasamos el rato: uno echando una cabezadita, otro fumando en la "Smoking Area", otro con el periódico y yo me miro la documentación sobre como desenvolvernos en el aeropuerto de Narita - Tokio. El avión que nos llevará a nuestro destino es simplemente impresionante: ¡de dos pisos! Casi todos los pasajeros son japoneses que vuelven de sus vacaciones en Europa. 
 

Airbus 380


El viaje dura en torno a las trece horas. Las pasamos durmiendo a ratos, viendo películas y dando unos paseitos por los dos piso del mega-avión. Cerca ya de nuestro destino podemos contemplar en el horizonte la silueta omnipresente del monte Fuji hasta el momento del aterrizaje.

DÍA 2 (16/03/2013). LLEGADA Y ESTANCIA EN TOKIO



Llegamos a las 9:00 h., hora local. Lo primero que hacemos es recoger las maletas y pasar los arduos trámites del control de inmigración: fotos del rostro, toma de huellas dactilares,... Una vez superados estos cambiamos dinero en una de las oficinas de cambio que se encuentran en la terminal. Será el mejor cambio que encontremos en todo el viaje. El yen está pasando una época de gran volatilidad, por lo que la tasa de cambio fluctúa constantemente. Es curioso que en el país más tecnológico del mundo no esté muy extendido el pago con tarjeta de crédito. En una gran parte de los establecimientos que visitaremos no se admitirá "dinero de plástico", por lo que siempre tendremos que llevar dinero contante y sonante.

Lo siguiente que tenemos que hacer es dirigirnos a la estación de tren que nos llevará al centro de Tokio. Bajando las escaleras donde se indica "Railways" se llega a las taquillas donde comprar el billete y seguido se encuentran los andenes donde salen los trenes que llegan a Tokio. No merece la pena intentar descifrar lo que pone en los billetes porque viene en perfecto japonés.

Existen diferentes alternativas para viajar: desde la más barata y lenta hasta la más cara y rápida. Vienen bastante bien identificadas, ya que cada una tiene un color indicativo. En los paneles se muestran los horarios de salida de los diferentes trenes.

Escalera dirección a los andenes de tren

Elegimos el Limited Express de la línea privada Kensei. El billete cuesta unos 1200 yenes y el trayecto dura en torno a 1 hora 15 min. Enlaza con la línea JR en la estación de Nipporo. De aquí a la estación de Shijuku nos llevará 30 min. La opción más rápida, pero también la más cara es tomar el Narita Express. Tarda algo menos de una hora en llegar a la estación Tokio y cuesta algo más de 3000 yenes.

Diferentes formas de llegar a Tokio des de Narita

La primera impresión que nos llevamos en el tren es que en su interior se encuentra completamente lleno de publicidad. ¡Es extremadamente difícil concentrarse en un cartel! Tenemos suerte porque a estas horas del día no hay mucha gente en el vagón. Por megafonía se van pronunciando las diferentes estaciones. En las pantallas que se encuentran sobre las puertas del vagón se indica también el nombre tanto en japonés como en inglés.
Limited Express de la línea privada Kensei

Llegamos a la estación de Nipporo puntuales. Seguimos las indicaciones que nos llevarán hacia el andén de la línea JR. Lo siguiente es elegir bien el sentido del tren que debemos coger. No es muy problemático porque viene perfectamente identificado en carteles sobre los andenes. Aquí ya empieza a notarse un aumento en el número de viajeros, hasta el punto de que cerca de Shinjuku estamos como sardinas en lata.


En Tokio no hay mucho problema con las indicaciones porque en casi todas las zonas de transporte público los carteles se encuentran tanto en japonés como en inglés. No ocurrirá lo mismo según nos vayamos alejando de la capital. Lo malo es que nos agobiamos un poco con la gran cantidad de gente que está yendo y viniendo. Al final nos iremos acostumbrando. Aprovechamos para coger unos planos tanto del metro como de las líneas JR. Tomamos la salida Shinjuku Oeste para salir a la calle más cercana al hotel.  
Líneas JR del entorno de Tokio

Metro de Tokio

El hotel que tenemos reservado en Tokio, Ibis Shinjuku, se encuentra muy céntrico, junto a la estación de Shinjuku, uno de los barrios más animados de todo Tokio. La dirección es 7-10-5 Nishi-Shinjuku, Shinjuku-ku, 160-0023 - Tokyo.


Plano de ubicación del hotel Ibis Shinjuku

Hace un día estupendo. Las calles están abarrotadas esta mañana de sábado. Por el camino nos para un señor mayor y nos pregunta que a ver de dónde somos. Tras unos minutos conversando con el no dice que tengamos cuidado con la Yakuza (mafia japonesa). Nos quedamos un poco sorprendidos pero nos damos cuenta que el señor no está muy cuerdo que se diga.

Calles de Shinjuku
Llegamos al hotel, pero como todavía son las 13:00 h. no podemos hacer el check-in. Nos permiten dejar el equipaje y nos vamos a dar una vuelta por la zona. Antes de salir cogemos un plano de las diferentes zonas de Tokio. La verdad es que resulta muy útil.

Ya en la calle, empezamos a disfrutar desde el primer momento de la vorágine tokiota: gente por todos los lados, locales comerciales a diestro y siniestro, establecimientos de comida a cada paso,... Un detalle muy curioso es que en los bares colocan en los escaparates las maquetas con los platos, nombre y precio. Este hábito nos vendrá muy bien porque en casi todos los sitios el nombre del plato o la composición del mismo solo vienen en japonés.

Decidimos entrar en un pequeño local para picar algo y tomarnos una cervecita porque llevamos muchas horas sin probar bocado. Al igual que en el escaparate, la carta del menú viene en japonés pero por suerte también viene con fotos (no en todos los lugares donde estaremos tendremos esta suerte). Nos tomamos una sopa con fideos y carne (plato típico que tomaremos en diverso lugares más). El personal vuelve a ser tremendamente amable, sonriendo y pendientes de que "estos guiris" se tomen el plato entero. El menú no está mal pero demasiado caldo. Además tenemos el reto de utilizar los palillos. Prácticamente en todos los locales que visitemos durante el viaje los palillos serán el cubierto que utilizaremos. En muy pocos dispondremos de tenedor y cuchillo. Eso si, para las sopas, si que ponen un tipo de cuchara ó cazo.

Escaparate con maquetas de los platos del día
Nos despedimos y nos vamos a patear un rato las calles. Nos choca mucho la vestimenta de los tokiotas. En occidente calificaríamos a muchos de ellos como estrafalarios, pero allí es totalmente normal. Es más, estar a la moda o estar a la última creo que no existe. Cada uno tiene su particular modo de vestir o moda. No están tan estereotipados como en Europa.

La tecnología está por todas partes. Todo el mundo está hablando por teléfono: en la calle, en los bares, ... 

Hay que destacar que en prácticamente todos los lugares urbanos de Japón está prohibido fumar en la calle. En la calles principales han pintado en el suelo la señal de "prohibido fumar". Sin embargo, hay diseminadas por la ciudad pequeñas zonas de fumadores donde pueden echar un pitillo y arrojar la colilla al cenicero. Paradójicamente, en los bares y restaurantes se puede fumar en la zona habilitada para ello. A uno de nosotros lo pilla una patrulla urbana de control de fumadores y le hacen meter el cigarro en un pequeño cenicero portátil que llevan consigo. No le echan mucho la bronca pero le indican que solo se puede fumar en las zonas destinada a tal uso.

¡Prohibido fumar!

También observamos que no hay papeleras ni contenedores de basura en las calles. Sin embargo, se encuentran inmaculadas. No hay por ningún lado papeles, envoltorios, colillas de cigarro o cualquier otro elemento que estamos acostumbrados a ver de vez en cuando en occidente. Simplemente la gente se lleva consigo los desperdicios a su casa. Acabaremos todos los días con los bolsillos llenos de papeles, envoltorios y demás que tendremos que arrojar en la papelera del hotel. Al final es acostumbrarse.

Como el check-in es a partir de las 15:00 h. allí nos plantamos puntualmente. El hotel está bastante bien, aunque como en casi todo Japón las habitaciones son minúsculas. En alguna de las que nos alojaremos a lo largo del viaje serán casi claustrofóbicas. El personal del alojamiento es muy amable. Tenemos un pequeño problema con la reserva pero finalmente se soluciona. No echamos a dormir un rato porque estamos destrozados del viaje y quedamos a las 18:00 h.



Mini-habitación del Ibis Shinjuku

Cuando nos levantamos ya es de noche y como no tenemos muchas ganas de andar damos una vuelta por la zona de la estación de Shinjuku, la cual está muy animada. Hay luces por doquier. Es sábado y los Karaokes se encuentran abarrotados. En los Pachinkos (locales de máquinas tragaperras) no cabe un alma, llenos de luces y un ruido ensordecedor. También hay muchos locales de máquinas recreativas donde se divierte los chavales y chavalas. Entramos en uno de ellos y alucinamos. ¡Vaya espectáculo! La mayor parte de los juego son extremadamente simples. Nada de esa complejidad de los videojuegos de las consolas. Van desde la típica grúa que tienen que "pescar" un peluche hasta los juegos de bailas o tocar botones al ritmo de las luces y la música de las maquinitas.


Peluches "Line"

Entramos en alguno de los innumerables grandes almacenes que se encuentran por todas partes. Nos quedamos con la boca abierta tanto por el tamaño de los establecimientos, como por la cantidad de género que hay (simplemente lo tienen TODO) como lo abarrotado de gente. Son unos consumistas natos. Están todo el día de compras. Los establecimientos son tan variados como pescaderías, de tecnología, ropa, etc.

Al final decidimos ir a picar algo antes de acostarnos. Nos metemos en un pequeño local que no tendrá más de 12 o 15 metros cuadrados. Pedimos unas cervezas y unas brochetas como las que están comiendo los chicos de al lado porque todo está escrito en japonés. Cuando nos las sacan nos damos cuenta que son brochetas a la brasa de casquería: pulmones, hígado, asadurilla, etc. Nos da un poco repelús pero nos las comemos. Algunas están mejor que otras. Charlamos un rato con el camarero. Nos pregunta a ver de dónde somos, etc. Al despedirnos nos dice "Adiós" con una sonrisa en la boca.

Regresamos al hotel a las 22:00 h. destrozados. Decidimos que hacer el siguiente día y nos vamos a dormir.


Shinjuku por la noche

DÍA 3 (17/03/2013). ESTANCIA EN TOKIO /NIKKO


Quedamos a las 7:45 h. para desayunar. Hemos dormido de tirón pero a eso de las 4 o 5 de la mañana ya nos hemos despertado: ¡el cambio horario! Desayunamos en el hotel porque hemos cogido las habitaciones con desayuno, ya que nos sale más barato que desayunar en la calle.


A las 8:30 nos vamos a la estación de Shinjuku con la intención de activar el JR Pass. Aunque al principio nos cuesta un poco encontrar la oficina donde se hacen los trámites al final, con la ayuda del personal de la estación conseguimos que nos lo hagan.

Oficinas donde se puede validar el Japan Rail Pass en Japón

¡Al fin ya tenemos nuestro pase de 14 días! En la tarjeta del pase se indica el tipo de pase (Green pass u Ordinary pass), así como las fechas de comienzo y fin de su disfrute. También viene indicado nuestro nombre, nacionalidad y número de pasaporte. Aprovechamos para que nos reserven un asiento para ir a Nikko.

Japan Rail Pass de clase "Ordinary" para 14 días





El pase que hemos sacado sólo es válido para los trenes convencionales y el tren bala (Shinkansen) de las líneas de JR. Si queremos utilizar el tren superbala (Nozomi) tenemos que pagar un pequeño suplemento. Así mismo, se puede viajar tanto en vagones con asiento reservado como en los que no tienen reserva. La única diferencia es que en los primeros tienes que sacar con antelación el billete (sin coste alguno). Se puede hacer el día anterior o el mismo día. Por otro lado, si no se reserva asiento hay unos cuantos vagones donde se puede viajar sin reserva. Sin embargo, el problema es que te puedas quedar sin asiento y tengas que viajar de pie o esperar a que pase otro.

En la web http://www.japan-guide.com/ viene perfectamente indicado como llegar en los diferentes medios de transporte de Japón a los más singulares destinos turísticos del país. Totalmente recomendable.

Tomamos el tren de la línea Yamamote hacia la estación Tokyo que es de donde sale el Shinkansen hacia la zona de Nikko, hacia el norte. Allí cambiamos de andén y nos metemos en el Shinkansen que se dirige hacia Utsunomiya. En la estación viene perfectamente indicado, tanto en japonés como en inglés, donde se encuentra el andén para cada uno de los destinos, donde paran los diferentes vagones y qué tipo de vagones son (con o sin reserva). El trayecto dura unos 45 minutos. Allí, volvemos a cambiar de andén y cogemos el tren regional que nos llevará hasta Nikko (otros 45 minutos).

Shinkansen o tren bala

Interior del Shinkansen


De Tokyo a Nikko en tren


Una vez en Nikko subimos por la calle principal hasta llegar al puente Shinkyo, el cual da entrada al complejo.

De la estación del JR Nikko al Santuario

Puente Shinkyo

Hace un día estupendo aunque un poco fresquito. Subimos poco a poco por las escaleras que remontan la colina del centro religioso budista sintoísta de la época Edo y vamos visitando unos cuantos templos hasta que llegamos a la taquilla principal donde tendremos que desembolsar 1300 yenes por persona.
Fuente-dragón
Puerta principal de acceso al complejo monástico de Nikko

El complejo es Patrimonio de la Humanidad y consiste en un sucesivo serpenteo de escalinatas y cuestas en torno a una colina repleta de edificios y templos ocultos entre un bosque de cedros.
Plano del Conjunto Monumental del monasterio de Toshogu en Nikko


Lo primero que llama la atención es la cantidad de vegetación y humedad que envuelve todo el complejo. Hay magníficos árboles en torno a los edificios, todo ello cubierto por un manto de musgo que lo cubre prácticamente todo. Le da un aspecto de otro mundo.

Linternas cubiertas de musgo

Poco a poco se va subiendo por las diferentes estancias. Se puede contemplar una pagoda de cinco pisos, en la cual cada planta representa en orden ascendente un elemento: tierra, agua, fuego, viento y cielo. También no encontramos con los almacenes sagrados, la fuente y establo sagrados camino del Santuario interior, en lo alto del recinto.

Panorámica del Santuario Tosho-gu


Puerta Yomeimon

Establo sagrado con los Monos de la Sabiduria: Sordo, mudo y ciego

Fuente sagrada para la purificación

El lugar se encuentra bastante abarrotado de gente. Sin embargo, parece ser que esta no es la época de mayor concentración de turistas. ¡No me quiero imaginar cuando sea temperada alta! Al igual que ocurre en Tokio nos encontramos con una gran cantidad de personas con mascarilla. No sabemos si es debido a que tienen catarro o están obsesionados con la contaminación o el escape nuclear de Fukushima. Lo que es cierto es que a medida que vayamos viajando hacia el sur de Japón el número de personas que la portan disminuye drásticamente.

Niña con mascarilla

Tablillas con los deseos

Rodillos

En el lateral derecho de la parte alta del santuario nos encontramos con la puerta que nos dará paso a una interminable escalinata que nos llevará a la tumba de Ieyasu. En el quicio de la puerta se encuentra tallado en madera un magnífico gato durmiente.


Gato durmiendo sobre el quicio de la puerta de acceso a la tumba de Ieyasu

Escalinata que lleva a la tumba de Ieyasu
 
Tumba de Ieyasu

Tras bajar de la tumba nos dirigimos a visitar el santuario propiamente dicho. Para ello nos tenemos que descalzar y hacer una cola bastante importante para acceder al interior. Dentro nos encontramos con una maravillosa sala repleta de dragones pintados, cada uno diferente. Nos hacen sentarnos en el suelo y nos quedamos escuchando la charla del monje... ¡en japonés! Por supuesto no nos enteramos de nada pero resulta gracioso.


Aunque ya un poco cansados tomamos un paseo jalonado de cedros que nos dirige hacia el Santuario Taiyuin-byo, aunque no entraremos porque ya por hoy hemos cubierto el cupo de templos.
 
Paseo de cedros en dirección al Santuario Taiyuin-byo
 
Pareja de japoneses sacando fotos

Poco a poco vamos caminando por la rivera del río para volver a cruzar el puente Shinkyo y dirigirnos de vuelta a la estación de tren. Nos resulta curioso ver a un peregrino en dirección al santuario. Parece ser que esta práctica está muy extendida en Japón, algo similar a nuestro peregrinaje a Santiago de Compostela. Veremos más peregrinos a lo largo y ancho del país.

Peregrino con dirección a Nikko

A eso de las 17:00 h. tomamos el tren de vuelta a Tokio. Todavía andamos con el jet lag y nos quedamos dormidos con el traqueteo del tren hasta llegar a Utsunomiya. Como no hemos reservado billete en el shinkansen tenemos que hacer cola en una de las zonas donde se encuentran los "vagones de asiento no reservado". Hay tanta gente que no conseguimos asiento, así que tenemos que viajar de pie gran parte el trayecto. Solo podremos sentarnos cuando se empiecen a vaciar los asientos en las diferentes paradas antes de llegar a nuestro destino final: estación Tokyo. Cuando nos bajamos y salimos a la calle ya es noche cerrada. Esta zona está abarrotada de grandes rascacielos dedicados a la banca, gubernamentales, etc. La estación Tokio, toda iluminada, es simplemente espectacular.

Decidimos pasear por el entorno del Palacio Imperial. Está rodeado de jardines y fosos llenos agua. La entrada al interior del palacio está prohibida. Únicamente se abre el día de Año Nuevo y el del cumpleaños del emperador. El edificio es una reconstrucción tras su destrucción en la II Guerra Mundial. La zona está rodeada de puestos de control con policías haciendo ronda que no invitan a que te acerques.

Hacia al sur, tras los rascacielos, podemos observar totalmente iluminada la Torre de Tokyo. Decidimos dirigirnos hacia allí. Pasamos por una zona llena de edificios gubernamentales de dimensiones titánicas. La distancia es considerablemente mayor de lo que inicialmente parecía. Justo antes de llegar nos encontramos con el pequeño templo sintoísta de Atago sobre una colina que proporciona unas vistas maravillosas de parte de la ciudad. Construido en 1603 de la orden del Shogun Tokugawa Ieyasu y reconstruido en 1958. Para llegar a hasta aquí hay que subir las empinadas escaleras que representan el éxito en la vida.

Puerta de entrada del templo Atago

Escalinata de acceso al templo Atago

Finalmente, llegamos a la base de la majestuosa Torre de Tokio. El tamaño es superior al de la Torre Eiffel, de la cual toma como modelo (333 metros). Tras pagar unos siete euros subimos hasta el mirador intermedio situado a 150 metros por encima de la base. Hay otro mirador más pequeño a algo más de los 200 metros, pero con el primero ya tenemos suficiente. Las vistas de Tokio por la noche no tienen parangón. El skyline nocturno es simplemente espectacular. Los grandes rascacielos lo ocupan todo.

Torre de Tokyo


Skyline de Tokio

Dentro de la torre nos encontramos que por todos los lados hay maquinistas de videojuegos. Todo el mundo hace cola para poder jugar una partida. Decididamente estos japonés son muy raros. 


Después de las maravillosas panorámicas que nos ha brindado la noche tokiota nos disponemos a bajar de nuevo a la calle y dirigirnos a la estación de tren o metro más cercana. Cuál es nuestro asombro cuando el ascensor no baja de tirón sino que nos van apeando en diferentes plantas con puestos de recuerdos. Los japoneses que vienen con nosotros se lanzan a rebuscar entre lo expuesto a ver que pueden comprar. Sin comentarios.



Cuando salimos a la calle nos tenemos que orientar un poco para ver donde puede encontrarse la estación más cercana. Caminamos por el entorno del parque Shiba y pasamos junto al templo Zojo-ji donde podemos ver multitud de  pequeñas figuritas de piedra con tocados de color rojo intenso y pajaritas que se mueven con la ligera brisa primaveral. Finalmente llegamos a la estación del JR Hamamatsuko y retornamos a Shinjuku. El viaje resulta ser un verdadero espectáculo. Como es fin de semana el tren está abarrotado de gente que sale a cenar, de marcha o a dar una vuelta. Podemos observar las primeras lolitas perfectamente maquilladas y engalanadas. También viaja algún que otro trasnochado ligeramente bebido.
Figurilla de piedra en el tempo Zojo-ji
Cuando llegamos a nuestro destino nos damos cuenta que no hemos comido nada desde el tentempié que nos tomamos en Nikko justo antes de coger el tren de vuelta. Buscando algún local para cenar en el entorno de la estación acabamos en una calle trasera con varios locales atestados de japoneses cenando sopa y fideos. En uno de ellos nos invitan a entrar tanto los clientes como los camareros. Nos da un poco de cosa entrar porque está todo en japonés, ellos no hablan ni una palabra de inglés y el local tiene una pinta que da miedo. Al final nos decidimos a entrar, ¿por qué no?

Con ayuda de un diccionario inglés-japonés que tenemos en el móvil conseguimos hacernos entender y nos sirven unos buenos cuencos de sopa con fideos, arroz, unos "noodles de verdura" y unas cervecitas locales, que por cierto están bien buenas. Es un local curioso ya que las mesas consisten en una larga encimera a lo largo de la barra. Todo discurre correctamente hasta que paseando por encima de la barra vemos una cucaracha. A Txemi se le quitan las ganas de comer. El resto estamos tan hambrientos que no nos importa meternos algo de proteína al estómago.
Imagen de un cerdo indicando de donde proceden las brochetas

Este tipo de locales son muy curiosos porque aquí se juntan para cenar gente de lo más variopinta: desde ejecutivos con traje hasta borrachos solitarios. Sin embargo, no se suelen ver mujeres solas.

Probando los palillos

A las 23:00 h. decidimos regresar al hotel. Hemos estado muchas horas en la calle y todavía el jet lag hace de las suyas. Mañana nos espera otro día intenso.

DÍA 4 (18/03/2013). ESTANCIA EN TOKIO /KITA-KAMAKURA


Tras dormir de tirón y recuperarnos del jet lag quedamos a las 8:00 h. para desayunar. Hemos decidido visitar las zona de los tempos de Kamakura, al sur de Tokio. Para ello tomamos en tren del JR en la misma estación de Shinjuku en dirección a Ofuna. Aquí cambiamos de tren y nos montamos en el que se dirige a Kita-Kamakura. El paisaje cambia bastante: desde los grandes rascacielos, hormigón y asfalto de Tokio o Yokohama al paisaje rural, verde y con pequeñas casas de campo de la zona de Kamukara.

Indicaciones de las diferentes líneas y destinos del JR

Luminosos indicando la llegada del próximo tren

De Tokyo a Kita-Kamukara en tren



Distribución de los templos respecto a las estaciones de tren en la zona de Kamukara


Nada más llegar a la estación de Kita-Kamukara nos topamos con la indicación de como llegar al monasterio de Engakuji, uno de los complejos de templos zen más importantes de Japón. Según nos alejamos de Tokio la traducción de las indicaciones se reducen considerablemente. Casi todas vienen en japonés por lo que dejamos para la intuición e imaginación su traducción.
Entrada al recinto de Engakuji


Pequeña representación de Buda en una lápida de un cementerio

Los 18 templos de estilo chino se reparten a lo largo de una calle principal en torno a una colina arbolada. Llama la atención la gran cantidad de cementerios que se reparten por todo el complejo.

Edificio en Engakuji

Lápidas

Calzado de los monjes

Gran salón de Buda o Butsu-den en el templo de Ōgun

Pintura de un dragón en el techo  de un templo


Pasamos la mañana recorriendo su recinto, visitando sus templos y múltiples cementerios. El lugar es un remanso de paz y no nos cruzamos con prácticamente nadie, únicamente algún familiar que viene a visitar a sus difuntos y algún que otro monje. Se nota que es lunes.

Se acerca la primavera

Gentes visitado a sus difuntos

Plegarias y recuerdos para los difuntos

Incienso

Hace una mañana estupenda. Se ha abierto ligeramente el cielo y luce un sol bastante agradable. La verdad es que en el monasterios se respira un aire de paz y tranquilidad difícilmente explicable si no se ha estado allí. Poco a poco vamos desandando nuestros pasos en dirección a la salida. Al pasar por un edificio donde se encuentran los baños decidimos hacer un alto. Resulta muy curioso que el retrete tiene la taza calefactada y con un dispositivo electrónico de autolimpieza. Además, está impecable. ¡Estos japoneses..!

Residencias de los monjes

Prohibido entrar con calzado

Hay varios monasterios más distribuidos por la zona y otros tantos en torno a la cercana estación de Kamakura (ver planto anterior), pero ya hemos tenido suficiente por hoy. En torno a las 14:00 h. decidimos tomar de nuevo el tren y volver a Tokio. Tenemos ganas de cruzar el famoso paso de cebra de Shibuya con su marabunta de gente.

Estación de Kita-Kamakura

Nada más llegar a la estación de Shibuya nos quedamos perplejos de la cantidad de tokiotas que se encuentran en el interior de la misma. Es un constante ir y venir de gente. Hay infinidad de comercios a lo largo y ancho de sus múltiples galerías. Se puede encontrar de todo: desde los cosméticos de mayor actualidad hasta comida preparada digna de cualquier restaurante de alta gama.

Llegada a la estación de Shibuya

Interior de la estación de Shibuya


Curiosos puestos de comida en el interior de las estaciones

Nos acordamos de que tenemos que reservar el billete del Sinkansen para viajar a Kyoto, así que nos dirigimos a las oficinas del JR para reservar cuatro billetes para las 10:30 h de mañana. No tenemos ningún problema en realizar los trámites. Simplemente tenemos que presentar el JR Pass y decir el destino, fecha y hora en la que queremos viajar. El personal habla perfectamente inglés por lo que no hay ningún tipo de contratiempo. Nos acordamos de pedir asiento en el lado derecho del tren para poder observar, si el día es soleado y sin bruma, el monte Fuji a su paso.

Ya en la calle el espectáculo es aún mayor. Hay gente por todos los lados, y parece que tienen prisa. Nos quedamos un rato disfrutando de la estampa y aprovechamos para sacar alguna foto. Es cierto todo lo que habíamos leído sobre la cantidad de gente que circula aquí. Es más, sobrepasa nuestras expectativas.

Cruce de Shibuya (Tokio)

Gente, ¡cuanta gente!
Se acercan las cuatro de la tarde y ya es hora de que comamos algo. Hay multitud de locales de comida; para llevar, para sentarse, comida rápida, etc. Hay hasta un sitio donde pides el menú en una máquina de vending y con el ticket te dan una fiambrera con el menú elegido. Nos decantamos por un italo-japonés donde probamos desde de pasta o ensaladas hasta pulpo.
Paseando por sus calles nos quedamos boquiabiertos con la cantidad de locales comerciales que hay y, sobre todo, que están repletos de gente comprando. Todo está lleno de luces para animar a la gente a consumir. ¡Estos japoneses compran a diestro y  siniestro!

Calles comerciales en los alrededores de la estación de Shibuya

Nos quedamos paseando un buen rato en torno a la estación. Es un ir y venir de gente aunque ya sea algo tarde y lunes. Es un lugar de encuentro donde podemos contemplar desde lolitas a chavales y chavalas vestidos "a la ultima moda".


Shibuya de noche

Los japoneses son enfermizamente ordenados. Todo el mundo respecta la cola para entrar en el tren. En el suelo hay unas indicaciones donde se deben colocar los pasajeros. Así mismo, hay otras donde se muestra donde parará el tren y donde quedarán cada una de las puertas de los diferentes vagones numerados.

Pajeros haciendo cola en el andén


Cola para esperar a entrar al vagón 9

A eso de las siete de la tarde regresamos a Shinjuku. Aprovechamos para pasear por la parte Este de la estación antes de ir a cenar. La verdad es que si la parte Oeste es impresionante y está llena de vida, la Este simplemente es grandiosa: lleno de locales de ocio, bares, restaurantes, pachinkos o night clubs. Paramos a cenar algo y tomas unas cervecillas. Entramos en un bar para picar unas tapitas. El problema es que la carta está completamente en japonés. Al final, no sin cierta dificultad, elegimos unas tapas de pollo picante y un gratinado de queso bastante ricos, pero a la vez escasos. Los japoneses comen bastante menos cantidad de comida que nosotros. ¡Así que están tan delgados! El precio no va en consonancia con la cantidad. Nos pasan una factura de lo lindo.
De vuelta al hotel nos conectamos a internet para ver cómo va a estar el tema del alojamiento para los últimos días del viaje. Coincide con nuestra Semana Santa y nos tememos que la cosa se va a complicar un poco. No nos equivocaremos... Cuando nos metemos en la cama caemos rendidos. A sido un día intenso y el jetlag todavía nos persigue.


DÍA 5 (19/03/2013). ESTANCIA EN KIOTO

Nos levantamos muy pronto, aún con sueño. A eso de las 07:00 h. bajamos a desayunar y seguidamente preparamos las maletas. Cogemos la línea rápida JR que cruza de Oeste (Estación Shinjuku) a Este (Estación Tokyo). Debemos salir con tiempo porque las distancias en Tokio son considerables. Hay que tener muy claro donde se quiere ir y qué tipo de tren se va a coger para no llevarse un susto.

Como esto es Japón hay que tener muy en cuenta que todo parte y llega a la hora. Cada tren para en su andén correspondiente y  en su lugar exacto. Así que nos vamos al andén correspondiente y nos colocamos en la parte del andén, indicado en el suelo, donde va a parar nuestro vagón. Mientras esperamos podemos observar la disciplina que hace gala a los japoneses. Tan pronto como llega nuestro tren y bajan los pasajeros el personal de limpieza se afana en dejarlo todo limpio y ordenado antes de volver a partir. Su eficacia y rapidez es asombrosa.


Billete reservado JR


Como hemos reservado un billete de fumadores cuando entramos en el vagón se percibe claramente el olor a tabaco. Estos vagones suelen tener menos problemas de reserva que los de no fumadores. Pronto nos daremos cuenta de por qué. Aunque a priori no se vea mucha gente fumadora en Japón, la verdad es que fuman bastante. Esto lo podremos comprobar en el tren. Será la última vez que reservemos en fumadores. Nos enteramos que en los vagones de no fumadores suelen tener un pequeño habitáculo donde poder hacerlo. Así que los que fumen podrán dirigirse a esta zona cada vez que les apetezca.

Tal y como nos habían comentado, las mejores vistas del monte Fuji son desde el lado derecho del tren. ¡Y no se equivocan! Tenemos suerte y hace un día radiante. Es impresionante contemplar el pico cónico del volcán sobre la campiña. El tren viaja a tanta velocidad (300 km/h) que las casas se ven alargadas, mostrando una imagen distorsionada de la realidad.


Monte Fuji desde el Shinkansen

Tras cerca de tres horas de viaje llegamos por fin a la estación central de Kyoto. Nos ha dado tiempo incluso para echar una pequeña siesta reconstituyente. Esta ciudad fue durante muchos siglos la capital de Japón. De hecho la familia imperial residió allí hasta mediados del siglo XIX. En esta ciudad se pueden encontrar hasta 17 monumentos declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Así mismo, alberga cerca de dos mil templos y santuarios budistas y sintoístas.

Una vez aquí buscamos la entrada al metro de Kyoto. Debido a que esta ciudad es un típico destino turístico no tenemos ningún problema con las indicaciones ya que los letreros vienen tanto en japonés como en inglés. De todas forma el metropolitano solo consta de dos líneas, por lo que no resulta muy complicado orientarse.


Plano del metro de Kyoto



Plano del metro y trenes de Kyoto


Para llegar al Hotel Sugicho tenemos que tomar la línea de metro Kamasura en dirección norte y bajarnos en la tercera estación: Karasumaoike. Lleva unos 10-15 minutos. Una vez allí tomar la Salida 1 y caminar a lo largo de la Avda. Oike hasta el cruce con la Avda. Tominokoje. Girar a la izquierda y a 50 m. nos encontramos con el hotel. En realidad es un Ryokan, un tipo de alojamiento tradicional que originalmente se creó para hospedar visitantes a corto plazo. Hoy se utilizan como hospedajes para visitantes, sobre todo occidentales. Sus habitaciones se componen de un piso de tatami sobre el que se colocan los colchones para dormir. 


Ubicación del hotel Sugicho (Kyoto)

Solo hemos cogido el alojamiento para cuatro noches. Sin embargo, nos invitarán a desayunar a los cuatro todos los días. La verdad es que estos japoneses son gente amabilísima. Cuando subimos a la habitación nos llevamos una alegría al contemplar que el tamaño de las habitaciones no tienen nada que ver con las del hotel de Tokio. Esto ya es otra cosa. En medio de la estancia se encuentra una mesita baja de té que no llegaremos a utilizar. Para colocar los colchones lo único que tenemos que hacer es retirarla hacia un lado y echarlos sobre el suelo. Resultará muy cómodo. La habitación tiene de todo: desde TV o nevera hasta caja de seguridad. Eso sí, todo a nivel del suelo.


Mesita de té sobre tatami del hotel Sugicho



Colchones sobre el tatami del hotel Sugicho

Antes de salir cogemos un mapa de la ciudad que resultará muy útil (1 y 2). Tras esto vamos a dar una vuelta ya que hace un día totalmente despejado y caluroso. Posiblemente será el mejor de todo el viaje. Tomamos dirección sur hacia la Estación Kyoto y paramos para comer en un restaurante donde podemos degustar una pasta exquisita y unos postres deliciosos. Por el camino podemos contemplar como salen los escolares del colegio. Resulta muy gracioso ver que llevan todos una gorrita del mismo color.

Plano de Kioto (1)

Plano de Kioto (2)


Niño volviendo del colegio


Después de comer seguimos dirección sur y contemplamos los aparcamientos de coches, motos y bicicletas. Están diseñados para que alberguen el máximo número de vehículos en un mínimo espacio. Hay que tener en cuenta que en las ciudades no se puede estacionar en prácticamente ningún sitio. Además, tienes que acreditar que dispones de plaza de aparcamiento para poder tener un vehículo. También nos damos cuenta que el tráfico en Kioto es infinitamente más abundante y ruidoso que en Tokio. Recordamos el famoso Protocolo de Kioto.


Aparcamiento de bicis y motos

De repente nos encontramos con un mercado de pescado, carnes y verduras cubierto por una tejavana muy colorida entre estrechos callejones. Es el famoso Mercado de Nishiki. Todavía no han cerrado y aprovechamos para observar la gran variedad de especies culinarias, los diferentes tipos de arroz que se comercializan y los precios, ¡Vaya precios!


Mercado de Nishiki

Nos percatamos que consumen muchísimo pescado y marisco. No en vano son el país con mayor consumo de estos alimentos, por delante de España. La lonja de pescado de Tokio es la mayor del mundo. Reconocemos una gran cantidad de especies que también consumimos aquí, pero también venden una gran variedad que nunca antes habíamos visto. El tema de los "pezqueñines" no lo llevan muy bien porque vende a diestro y siniestro una gran variedad de especies cuyo tamaño es inferior a tres o cuatro centímetros.

Mercado de Nishiki
También se encuentran varios locales donde se puede comer y cenar comida local. No nos iremos de esta ciudad sin entrar en uno de estos locales. Poco a poco vamos dirigiéndonos hacia la Estación Kyoto, con su torre de comunicaciones visible desde gran parte de la ciudad. No obstante, es una buena referencia para orientarse.


Carretera dirección Estación Kyoto con torre Kyoto al fondo

Prácticamente pegado a la estación se encuentra el templo Higashi Hongan-Ji. En su interior alberga una de las estructuras de madera mayores del mundo, aunque no entraremos debido a que se encuentra en restauración.

Puera lateral del comlejo Higashi Hongan-Ji

Bajo la torre de Kyoto se ubica uno de los múltiples pachinkos que nos encontraremos a lo largo y ancho del país. Es sorprendente la cantidad de japoneses que están enganchados a las tragaperras. El estruendo de las bolas metálicas cayendo es ensordecedor y las luces son cegadoras.
Torre Kyoto de noche

Pachinko


Nos han comentado que el barrio de las gheisas por las noches tiene un toque especial, con los farolillos encendidos colgados sobre las puertas de las casas de construcción de madera tradicional. Se encuentra en el distrito de vida nocturna de Ponto-Chó. Nos acercamos andando hasta allí. Paseamos por fantásticas callejuelas, junto a pequeños canales de aguas tranquilas. Nos damos cuenta que esta zona está frecuentada por gente de alto poder adquisitivo ya que, aparte de las geishas, podemos contemplar unos restaurantes muy selectos. 

Un poco más adelante, cruzando la calle Sanjo-dorí, junto al río, vemos que hay multitud de locales de copas y restaurantes frecuentados por una gran cantidad de jóvenes. Damos una vuelta para ver cuál de los locales nos gusta más para cenar. El problema es que todo, absolutamente todo, se encuentra en japonés. Por suerte en alguno de ellos la carta viene acompañada de fotos y  nos podemos hacer una idea. 

Al final nos decantamos por un restaurante situado en la cuarta planta de un estrecho edificio. Subimos en el ascensor que nos deja en la entrada del mismo. Una amable camarera nos da la bienvenida pero le cuesta un poco entender que queremos cenar. No habla nada de inglés. Nos daremos cuenta que todo el mundo en el local habla únicamente japonés y que somos los únicos extranjeros. El local está abarrotado de gente tomando copas y cenando. Nos tenemos que conformar con cenar en la barra baja del bar. Nos sorprende bastante que los japoneses socializan mucho y que hablan y ríen tan alto como cualquier latino.


Restaurantes en la zona de ambiente de Ponto-Chó, en Kyoto

Tras un rato estudiando la carta cenamos unas riquísimas brochetas, tempura, arroz y pollo. Todo ello aderezado con unas cervecitas. Para finalizar tomaremos un saque no muy fuerte. El precio es infinitamente más barato que en Tokio.

Descansando tras la cena

Cansados de todo el día de ajetreo a eso de las 22:00 h. nos volvemos caminando poco a poco hacia el hotel. Por hoy ya hemos tenido suficiente.

Resulta muy curioso dormir encima del tatami. Es muy cómodo. Disfrutaremos durante cuatro días.

DÍA 6 (20/03/2013). ESTANCIA EN KIOTO


Esta noche ya hemos conseguido dormir bien. Por fin hemos superado el jet lag. A las siete de la mañana nos levantamos para desayunar. No es un desayuno muy copioso pero no está nada mal, sobre todo porque nos han invitado.


Aunque la mañana ha salido nublada, con riesgo de lluvia, nos disponemos a pasar todo el día pateando la ciudad, visitando templos y parques. Nuestro primer destino es el Parque Imperial de Kioto. Se encuentra al norte de donde nos encontramos. Consiste en una inmensa extensión donde los lugareños acuden a dar paseos, andar en bici o hacer diversos tipos de deporte: basebol, petanca, etc.


Entrada al parque del Palacio Imperial de Kyoto

Nos sorprende comprobar que hay decenas de jubilados jugando a la petanca. Se lo toman muy en serio. Tienen montado una especie de campeonato, incluso con jueces que anotan los resultados de las diferentes partidas. Se nos acerca un chaval de unos dieciséis años para preguntarnos de donde somos. Lleva puesta la camiseta del Barça, por lo que la conversación está asegurada. Le preguntamos cuales son las mejores visitas del Kyoto y no comenta que, para él, son el Kinkaku-Ji y el templo Toji. Nos despedimos y seguimos paseando por el parque.

Jugando al baseball

Jugando a la petanca

Dentro del parque se encuentra el Palacio Imperial, aunque está cerrado al público. Únicamente se puede acceder a él mediante cita previa. Sólo podemos contemplar la muralla que le rodea. Sin embargo, el atractivo más interesante del lugar es el parque en sí.

Palacio Imperial de Kyoto



Paseo mañanero

Salimos por el extremo norte del parque y nos dirigimos a visitar los jardines Daitoku-Ji. Por el camino pasamos por una de las numerosas librerías o kioscos que se encuentran a lo largo y ancho de Japón. Se encuentra lleno de revistas/libros de comics. Los japoneses tienen verdadera devoción por este tipo de lectura. Pueden comprar un fascículo incluso en el supermercado. La gente los lee a todas las horas y en cualquier lugar: parque, metro, autobús,...


Estantes llenos de comics


Niñas volviendo del colegio

Por el camino nos paramos para visitar uno de los múltiples templos que se encuentra por toda la ciudad. No tiene nada en especial. Sin embargo, nos llama la atención el altar que han montado con un montón de balones y pelotas de los deportes más populares del país. Además, perecen estar firmados por las estrellas locales de cada disciplina.

Altar dedicado al deporte
 
Prohibido entrar con calzado

Seguimos caminando y nos detenemos frente a una tienda de antigüedades. Echamos un vistazo a lo que se vende y los precios son muy tentadores. Al final acabamos comprando algunas cosillas para llevar como recuerdo. El vendedor es un señor muy amable que solo habla japonés. ¡Nos deja el precio de los artículos al 50%!


Tienda de antigüedades  de Kioto

Finalmente llegamos al templo Daitoku-Ji para visitar alguno de sus jardines. El recito consiste en un complejo con diferentes templos del budismo zen y residencias muy bien conservadas con diferentes tipos de vegetación y diseños. Consta de un total de 24 templos y subtemplos, aunque sólo se pueden visitar ocho de ellos. Es un lugar donde se respira realmente tranquilidad. Solo se escucha el piar de los pájaros. El lugar está surcado por un gran número de senderos que se entrecruzan y dirigen hacia los diferentes edificios monásticos. Los diferentes templos se encuentran protegidos por altos muros que impiden echar un vistazo a sus interior a no ser que se entre dentro de ellos. Supongo que de esta forma se consigue cierta intimidad a las miradas curiosas de los turistas. 
 
Plano del templo Daitoku-ji

Nos llama la atención un pequeño jardín de bambú que sobresale por el muro de uno de los templos. Se trata del llamado Koto-in. El sendero que nos dirige a la entrada es maravilloso, flanqueado por barandillas de bambú, junto a un jardín exquisitamente mantenido. Nos disponemos a entrar, pero antes nos invitan a descalzarnos.

Bosque de bambú en Koto-in

Entrada al templo Koto-in

Paseando por sus diferentes estancias podemos maravillarnos de lo exquisitos que son los japoneses con su cultura. Los jardines rodean todas las estancias, senderos de piedra que serpentean entre la exuberante vegetación,... Como el cielo está encapotado y amenaza lluvia el verdor de los jardines resalta más si cabe.

Pozo en el interior del templo Koto-in

 

Resulta curioso encontrarnos un montón de gente inmersa en sus pensamientos, meditando. La verdad es que sentarse en una de estas estancias y perder la mirada en sus jardines, solamente escuchando el sonido de la naturaleza no tiene precio.


Meditación


Mirada al interior

Nos ha gustado tanto lo que hemos visto que nos disponemos a visitar algún otro templo. Tengo especial interés en contemplar el templo Daisen-in. Según dicen, posee uno de los mejores jardines de piedra de todo Japón. En estos se representan de forma tridimensional las pinturas existentes en las paredes del templo. Sin embargo, empieza a llover y nos tenemos que resguardar y, muy a mi pesar, nos marchamos del lugar sin poder visitarlo.

Por el camino de salida nos cruzamos con monjes y visitantes que van a orar. También podemos contemplar pequeños altares y representaciones en piedra de buda,... Empezamos a callejear sin una orientación definida, dejándonos llevar por los senderos que serpentean el complejo. Pasamos por pequeños cementerios, por algún que otro templo que solo se puede echar un ojo desde la puerta porque está prohibida la entrada y finalmente, como era de esperar, llegamos a un callejón sin salida que da con las cocinas y trasera de un restaurante o salón de té. Como no nos apetece dar la vuelta y buscar otro camino para salir del complejo decidimos pasar por medio de las cocinas exteriores del restaurante. Los empleados se nos quedan mirando un poco atónitos de lo que estamos haciendo, pero como son extremadamente respetuosos no nos dicen nada.

 
Monje del templo Daitoku-Ji



Salón de té del complejo Daitoku-Ji

Como el tiempo no acompaña nos vamos a comprar algo de comida para hacer tiempo y esperar que escampe. No encontramos ningún local para comer algo y con el tiempo que hace no nos apetece mojarnos buscando uno. Así que entramos en el primer supermercado que encontramos por el camino y compramos algo de comida rápida para sobrevivir. Ya cenaremos en condiciones esta noche.

Sigue lloviendo, pero no vamos a perdernos la siguiente visita. Nos dirigirnos hacia el Templo del Pabellón Dorado, o Kinkaku-ji, el primer de los dos monumentos recomendados por el chaval que nos hemos encontrado en el Parque Imperial. Mandado construir por el tercer sogún al convertirse en monje (s. XIV). El actual es una  reconstrucción del original incendiado en 1950. Está recubierto de pan de oro y un fénix de bronce corona el edificio. El estanque que se encuentra justo en frente del templo hace que sea una de las vistas más hermosas de todo Japón. Normalmente se encuentra atestado de visitantes, por lo que conviene elegir bien la hora de la visita. Sin embargo, con el día que hace no tenemos muchos problemas de aglomeraciones. Cada vez llueve más pero, ¡qué le vamos a hacer!



Plano del complejo Kinkaku-ji


Templo del Pabellón Dorado, o Kinkaku-ji


El recorrido marcado y balizado no es muy largo y podemos disfrutar de las hermosas vista del lugar, con un bosque que rodea el estanque y el monte a espaldas del templo. Resulta curioso la cantidad de ofrendas que realizan los japoneses: varillas de incienso, velas, tablillas escritas con deseos y recuerdos,... Esto lo veremos en bastantes más lugares a lo largo y ancho de nuestro viaje.

Incienso

Cirios

Escribiendo plegarias

Es verdad que en Kyoto se respira el auténtico olor al Japón más tradicional, al que todo extranjero tiene en la retina, castillos de ensueño, kimonos multicolores, parques inmaculadamente dispuestos y conservados,...


Mujeres vistiendo uno de los trajes típicos de Japón

Parece que ha parado un poco de llover por lo que todavía nos sentimos con ánimos de visitar el segundo de los lugares recomendados por el chaval del parque: el templo Toji-ji (literalmente Templo del Este). Como no encontramos en el noreste de la ciudad y tenemos que ir al sureste, más allá de la estación de trenes, tomamos el autobús 205 que nos deja prácticamente a las puertas del recinto. Tras un viaje de unos 20 minutos debido al tráfico de la ciudad llegamos a nuestro nuevo destino. ¡Cuál es nuestra sorpresa que ya han cerrado! Estamos un poco cansados así que no nos da mucha pena. Lo visitaremos mañana o pasado. Así que nos volvemos a pie hacia la zona de la estación de Kyoto con la intención de tomar una buena cerveza y descansar un rato en el primer bar que veamos.

 
Pagoda de cinco pisos del templo Toji-ji

Tras la cerveza reconstituyente paseamos por la ciudad en dirección al mercado de Nishiki con la intención de cenar en alguno de los locales que vimos ayer. Entramos en uno que está lleno a rebosar. Las mesas son minúsculas. Difícilmente entramos los cuatro. La carta está tanto en japonés como en inglés. Además, tenemos la suerte de que junto a los platos viene su foto. Elegimos una especie de sopa de fideos, nuddles y una especie de pasta gelatinosa de diferentes colores hecha de los hidratos de carbono del arroz. Exceptuando el elaborado de arroz, el resto esta rico. Tenemos la osadía de pedir otro plato de pollo para picotear. Resulta que es el cartílago del animal bien frito. Está muy rico pero no alimenta lo más mínimo. ¡Estos japoneses que poco comen! ¡Así están de delgados!


Nos volvemos al hotel a eso de las doce la noche con la intención de visitar Nara mañana.

 DÍA 7 (21/03/2013). ESTANCIA EN KIOTO

Nos levantamos en torno a las siete de la mañana y tras desayunar nos damos cuenta que hoy hay mercado en torno al templo de Toji-ji (21 de cada mes), por lo que tras discutirlo decidimos dejar la vista de Nara para mañana.

Aunque hace un sol radiante han dado para hoy unas temperaturas mínimas de -2º C y máximas de 10º C. La primera visita del día será al castillo de Nijo, construido originalmente a principios del s. XVII. Caminamos durante diez minutos hacia el oeste y nos topamos con esta espectacular fortaleza declarada patrimonio de la humanidad por la UNESCO. Se encuentra rodeada por un foso húmedo en torno al cual se pueden contemplar multitud de cerezos que comienzas a florecer, así como otras variedades que no soy capaz de identificar.  



Plano del castillo de Nijo (Kioto)


 
Foso y Castillo de Nijo.

Arboles en flor dentro del castillo de Kioto

Tras pagar la entrada entramos en su interior. Lo primero que podemos observar es lo bien conservado y cuidado que se encuentra (como casi todo en Japón). En realidad es una reconstrucción del original tras diversos incendios, rayos y demás vicisitudes que lo dejaron prácticamente abandonado a finales del s. XIX. 


Edificio residencial del castillo de Kioto

Detalle del tejado de madera


Talla policromática con pavos reales sobre el dintel de la puerta

El interior, como en la mayoría de los castillos que he visitado en mi vida no aporta mucho. Las pinturas que se encuentran en alguno de los edificios residenciales son simplemente espectaculares: escenas florales, de caza,... Nos llevamos una buena reprimenda por parte de los cuidadores del recito ya que está terminantemente prohibido sacar fotos en el interior del complejo Ninomaru. Todos los edificios poseen las típicas paredes, o puertas, correderas que caracteriza a la arquitectura japonesa. 
Pinos gigantes pintados en las paredes del interior una de las salas de recepción Ninomaru
  
Jardín y estanque junto al palacio Ninomaru

Los jardines que se rodean dichos edificios son fantásticos: cerezos en flor, arboles bellamente recortados, jardines de piedra,... En el interior también se puede observar otro foso que separa el donjón (torre del homenaje) del resto del castillo. Se puede cruzar a través de un precioso puente de madera.


Puente levadizo sobre foso

Flores en los jardines del castillo

Desde lo más alto del donjón se puede hacer una idea de las dimensiones de Kioto y de su orografía. En definitiva, es una visita que merece la pena.

Lienzo de la muralla y puente levadizo sobre el foso

Jardines en el interior del castillo

Como hace un día espléndido decidimos caminar hacia el sur rumbo al Templo Toji. Parece mentira que se haya firmado el Protocolo de Kioto en esta ciudad porque la cantidad de vehículos que circulan por sus calles es impresionante.

Tráfico en Kioto

Antes de llegar podemos observar el gran barullo que hay de puestecillos callejeros que nos recuerdan a nuestra tierra y de gente yendo y viniendo. Se vende de todo: desde flautas hechas de bambú hasta una muñeca a la que le falta un brazo. Es lo más parecido a nuestro Rastro.
 
Puestecillos callejeros en el exterior del templo Toji


¿Cansada?

La cosa ya cambia en el interior del recinto. Los puestos están ordenados y se venden desde piezas de cerámica y antigüedades hasta un pincho caliente de comida. Hay tanta gente que es difícil caminar por entre los pasillos de la explanada. Además el sol calienta de justicia.


Puestos de antigüedades junto al templo Toji



Un poco abrumados de tanto bullicio buscamos desesperadamente la entrada al templo propiamente dicho. Aquí se está mucho mejor. No hay prácticamente gente y se puede pasear tranquilamente e incluso encontramos alguna que otra sombra que agradecemos de verdad.

Plano del Templo Toji

To-ji significa Templo del Este. Data del S. VIII y es el único templo budista que queda en pie de los tres que se erigieron en esa época. Este es otro de los muchos monumentos de Kioto que son Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. La pagoda que está situada en este lugar es la más grande fabricada en madera de todo Japón (55 m.). La torre actual data del S. XVII, ya que anteriormente se quemó hasta tres veces. En el interior descansan las imágenes de los cuatro budas y sus seguidores, aunque cuando llegamos la encontramos cerrada al publico.

Pagoda de madera de cinco pisos

Lo más interesante del lugar es pasear por su explanada, disfrutar de la arquitectura de los edificios del templo, contemplar los cerezos en flor y observar las graciosas tortugas y garzas en el estanque del jardín central.

Cerezos en flor

Garza en el templo Toji
  
Cerca de la pagoda se encuentran dos templos budistas: el de Kondo y el de Kodo. El primero es el pabellón principal, mientras que el segundo es el de conferencias. Lo primero que llama la atención es la gran cantidad de estatuas que se encuentran en su interior. Muchas de las figuras están talladas en un único bloque de madera hace más de 1200 años.

Templo de Kodo

Un poco saturados de tanta Historia y del sol de justicia que está haciendo nos refugiamos en uno de los puestos de comida de la explanada y comemos una especie de torta de berza, zanahoria, panceta y huevo, todo ello a la plancha que no está mal pero llena mucho. También probamos una bola de pulpo a la plancha que no está especialmente buena, tiene demasiado sabor, y una especie de galleta de pescado con forma de pez.

Escapando del sol justiciero

Nuestro siguiente destino será el santuario Fushimi-Inari Taisha. Para mí posiblemente el lugar que más me va a gustar de todo el viaje. Así que lo primero que hacemos es tomar el autobús 207 en una parada a apenas 100 metros de Toji. Nos bajamos en la parada de Tofukuji para subirnos a un tren de la línea JR que nos llevará hasta la parada de Inari. Este es nuestro destino.

Cómo llegar a Fushimi-Inari

Plano de Fushimi-Inari


Es el santuario consagrado a la diosa Inari, deidad del arroz y el sake, más famoso de todo Japón. Lo más destacable de este lugar son los miles de puertas (torii) de color naranja-rojizo, donadas por hombres de negocios para recibir por parte de la diosa prosperidad. Las puertas se muestran a lo largo de interminables senderos que remontan las laderas boscosas del monte Inari-yama, salpicada por pequeños templos, altares y cementerios. Su longitud total se encuentra en torno a los cuatro kilómetros. El color de las puertas al incidir los rayos de sol del atardecer sobre ellas es indescriptible. ¡Una imagen difícil de olvidar!


Entrada al santuario Fushimi-Inari


Sendero de puertas
   
Detalle de las puertas
 
En uno de los altos que hacemos en el camino podemos observar un pequeño templo o altar donde se encuentra un monje orando con una voz muy gutural algún tipo de texto budista. En un momento dado Rafa y Alfredo se desvían en un ramal del sendero y los perdemos de vista el resto de la tarde. Ya un poco cansados de tanto sendero, así como el frío que empieza a hacer al ir poniéndose el sol decidimos darnos la vuelta y esperarles en la estación del tren JR. Como no llegan decidimos regresar nosotros dos a Kioto. ¡Cuál es nuestra sorpresa que no los encontramos en el tren que llega! ¡Están dentro del tren que va a  hasta Kyoto Station! Nos cuentan sus aventuras de como se han perdido en el complejo y han llegado sin saber cómo a la estación de Tofukuji. Al tomar el tren con destino a Inari para encontrarse con nosotros no se han dado cuenta que era un Express y les ha llevado varias estaciones más lejos sin hacer paradas.

Monje recitando escrituras sagradas
 
Sendero de puertas




Cuando llegamos al centro de Kioto nos vamos a tomarnos unas cervezas y echarnos unas risas de las peripecias del día. A Txemi se le antoja una hamburguesa del McDonals para cenar. ¡Es la primera vez que como una hamburguesa en el McDonals! Según comentan es igual que en España. Pero como tenemos tanta hambre nos la comemos en un abrir y cerrar de ojos. Es impresionante la cantidad de gente que hay cenando en este y otros locales. Al igual que en Tokio todo el mundo como fuera de casa. Te encuentras todo tipo de gente: estudiantes haciendo los deberes tras volver de clase o biblioteca, familias con los hijos, jubilados leyendo una revista mientras cenan, gente solitaria,...

Al llegar al hotel nos metemos en internet para reservar el hotel para los próximos dos días en Hiroshima. Nos vamos a la dormir con el propósito de visitar mañana la fantástica Nara.


DÍA 8 (22/03/2013). ESTANCIA EN KIOTO/NARA/OSAKA


Hoy por fin vamos a visitar Nara. Volvemos a levantarnos prontito. A eso de las siete ya estamos desayunado por cortesía del hotel. Tomamos el metro hasta la estación del tren Kyoto y tomamos un JR Express hacia Nara en torno  a las 9:30 horas. El viaje no dura mas de 45 minutos. Aquí sí que empiezan a verse occidentales, aunque menos de los que esperaba. Una cosa que me choca bastante es que el turismo es principalmente nacional.

Desde la estación hasta la zona de templos, pagodas, museos y demás hay que callejear un poco por las calles de la ciudad. Están repletas de tiendas de recuerdos, ropa, restaurantes,... Aquí si que se nota que esta zona es muy turística.

De Kyoto a Nara en tren


De la estación del JR Nara al Complejo

Por todas partes se observan ciervos en libertad, pero no salvajes. Están tremendamente acostumbrados a las personas. Además, tienen la cornamenta cortada para que no haya ningún tipo de incidente. Se acercan a que les des de comer las típicas galletitas que venden en los puestos para tal uso.


Nara fue la antigua capital nipona, fundada en el año 710. Se convirtió en el último gran centro budista de la Ruta de la Seda. Afortunadamente, y a pesar de los siglos que han pasado, se conservan gran cantidad de edificios. El entorno además acompaña. Está rodeada por montañas y bosque que convierten al lugar en un remanso de paz a pesar de la cantidad de gente que va a visitarlo a diario, sobre todo en verano.


Plano de Nara
La gran cantidad de ciervos que se encuentran por el parque es debida a que se les considera en la tradición como mensajeros de los dioses. La extensión total del recinto alcanza la friolera de algo más de 500 hectáreas.



El primer templo con el que nos topamos al llegar, muy cerca del estanque de Sarusawa, en las inmediaciones del parque es el de Kofukuji. Anexa se erige una pagoda de cinco pisos, la segunda más alta del país tras la de Toji en Kioto. Su ultima reconstrucción data del s. XV. En el entorno hay varios edificios más, los cuales quedan un poco deslucidos al encontrarse en restauración.


Pagoda junto al templo Kofukuji

Detalle en uno de los tejados del templo Kofukuji
La mejor manera de visitar el parque es pasear tranquilamente por los diferentes monumentos, ya que puede llegar a agobiar la abrumadora presencia de ellos. Aquí ya se observa la exuberancia de los cerezos en flor. En Kioto empezaban tímidamente a florecer. Sin embargo, al encontrarse Nara en latitudes más templadas los cerezos se encuentran en todo su esplendor.


Alimentando a los ciervos

Seguimos nuestra visita y pasamos junto al Museo de Nara, aunque no entramos. No queremos saturarnos. Caminando hacia la joya del parque, el Daibutsuden, nos topamos con el Himuro Shine, donde se puede observa una bonita estampa de cerezos en flor.

Cerezos en flor en "Himuro shine"

Acercándonos por la gran avenida que desemboca en el templo Tojai-ji nos damos cuenta de que la gente se empieza a aglomerar en torno a su entrada.


Justo antes de llegar nos topamos con la majestuosa puerta Nandaimon, la cual daba acceso al templo. Posee una altura de 19 metros. En ambos lado de la misma se encuentran dos impresionantes esculturas de madera de dos guardianes Nio.

Gran avenida antes de llegar al Tojai-ji - Puerta Nandaimon

Guardián Nio flanqueando la puerta Nandaimon
Finalmente se llega a la entrada del templo Tojai-ji, originalmente construido en el s. VIII. Aquí es donde se encuentra el buda de bronce, que con sus 16 metros es una de las mayores esculturas de este material construidas. La verdad es que su tamaño intimida. El templo es la mayor construcción de madera del mundo, y eso que solo es 2/3 partes de la original. Este es uno de los pocos sitios en el que se debe pagar entrada para poder entrar.

Tojai-ji

Gran buda de Nara

Detalle de una mariposa gigante sobre una columna del templo Tojai-ji


Después de pasar un rato muy agradable paseando por el templo y su parque adyacente nos disponemos a visitar el siguiente templo, el de Kasuga Taisha. Alfredo se nos pierde por segundo día consecutivo al ir al baño. Mientras esperamos a que aparezca hacemos un avituallamiento en un pequeño local al lado de un puentecillo. La espera no nos viene nada mal, pero ni rastro de nuestro amigo.

Puesto de comida y bebida
Decidimos pues seguir caminando. Ya lo encontraremos por el camino. Para llegar al templo tenemos que pasar por una camino flanqueado por unos tres mil faroles de piedra que hace especialmente mágico el recorrido. Este es uno de los templos sintoístas más famosos del mundo.

Monje y turistas haciendo ofrendas en el templo Kasuga Taisha

Faroles de piedra flanquean el camino hacia el templo Kasuga Taisha

Ciervo asomando la cabeza entre las piedras

Poco a poco vamos retornando hacia la ciudad y Alfredo sin aparecer. Justo antes de irnos aparece corriendo. Se ha equivocado de camino en el cruce y ha acabado en lo alto de la colina. ¡Como le gusta caminar! Creo que nuestro cupo de templos se ha cubierto para todo el viaje. Están muy bien y son espectaculares, pero entre Kioto y Nara no sé el número total que hemos visto. Tenemos tal confusión que al final mezclamos unos con otros.

Antes de volver, y con gran apetito, entramos en uno de los múltiples restaurantes que hay en un arcade cerca de la estación y degustamos una jugosa carne con arroz. ¡¡Comentar que la carne hay que comerla con palillos!! 

Recuperados tomamos el tren para Osaka en vez de volver a Kioto. Aunque no vamos a dormir allí nos apetece pasar la tarde-noche en una de las ciudades más prósperas de Japón. El viaje dura en torno a los 45 minutos. El tren va abarrotado ya que mucha gente está de vuelta del trabajo. Cuando llegamos a la estación norte de Osaka/Umeda nos damos cuenta que poco tiene que envidiar a la de Tokio. Hay gente por todas parte yendo y viniendo. El diseño de la estación es realmente asombroso, muy modernista y descomunal. Está completamente rodeada de rascacielos que rivalizan con Nueva York en número y altura. Me recuerda mucho a la película Blade Runner. Podemos contemplar ejecutivos por todas partes, estamos en el centro financiero de Osaka, en Kita. La zona sur llamada Minami es el centro de entretenimiento pero nos queda muy a desmano como para tirarnos en el tren otra media hora más de viaje.


Plano del metro y línea JR de Osaka


Paseando por unas calles peatonales, con abundancia de locales de ocio, cercanas a la estación observamos que muchas mujeres llevan el típico kimono. Luego nos daremos cuenta que realmente son prostitutas. A diestro y siniestro hay locales de citas con matones de la Yakuza en la puerta esperando a que los clientes acudan a cenar y algo más.


Calles de Osaka

Intentamos infructuosamente encontrar un local para cenar algo. Tenemos dos problemas: la carta solo está en japonés y no tienen fotos y que nadie habla inglés. Desesperados acabamos en un local de neozelandeses que está lleno de guiris como nosotros. Nos tomamos unas cervezas y picamos unas patatas. Lo mejor será volver a Kioto para cenar ya que por esta zona es bastante caro.

El viaje de vuelta nos lleva en torno a una hora. Cenamos en un restaurante cercano a la estación Kyoto. El local es "exotico" para los japoneses. Es estilo mediterráneo, una mezcla de cocina entre española e italiana. No es ninguna maravilla pero podemos probar hasta vino. El pollo está excesivamente especiado pero se deja comer. 

Pasada la medianoche por fín llegamos al hotel. Estamos derrotados. Todo el día de aquí para allá con un calor importante y saturados de tanto templo.


DÍA 9 (23/03/2013). LLEGADA Y ESTANCIA EN HIROSHIMA


Hoy nos toca viajar de nuevo. Esta vez el destino será la archifamosa Hiroshima. Tras desayunar dejamos el hotel de Kioto para tomar el metro a eso de las diez de la mañana y dirigimos a la estación central de trenes de Kioto. Como no conseguimos una ruta directa tenemos que tomar primero el JR Express con dirección a Shin-Osaka a eso de las 11.15 h. (25 min.) y de aquí a Hiroshima en un Shinkansen (1h. 40 min). Así que a eso de las 13:40 h. ya estamos buscando la parada del tranvía nº 2 que nos dejará en la misma puerta del hotel Chisun Hotel Hiroshima. Aunque parezca mentira todos los tranvías que nos encontraremos a lo largo del viaje son bastante antiguos, aunque reformados. Algunos son originalmente incluso del s. XIX, procedentes de la antigua Alemania según nos cuentan.

Ubicación del Chisun Hotel Hiroshima

Plano de los transportes de Hiroshima


Tranvía de Hiroshima

Nada más llegar hacemos el checking y le preguntamos al recepcionista a ver si tienen wifi o algún PC para poder conectarnos a internet por la noche y buscar hotel para la siguiente etapa del viaje. Cuál es nuestra sorpresa que no tienen ni lo uno ni lo otro. Nos tendremos que buscar la vida para encontrar alojamiento los próximos días. Cuando subimos a la habitación nos quedamos boquiabiertos: ¡es minúscula! Prácticamente no cabe nada, ni las maletas. Tenemos que dejarlas de canto en la entrada. A la cama hay que entrar saltando por encima de tu compañero. ¡Esto si que es optimizar el espacio!

Diminuta habitación del hotel

Una vez recuperados del impacto que nos ha producido el tamaño de la habitación nos vamos a dar un paseo por el Parque de la Paz. Se encuentra muy cerca del hotel, no más de diez minutos andando. Este lugar es el área sobre la que cayó la bomba atómica, lanzada por los estadounidenses el 6 de Agosto de 1945. Asesinaron a más de 200.000 personas.

Plano del centro de Hiroshima

Nada más llegar nos encontramos con una pequeña manifestación de japonés en contra de las armas nucleares, junto al Gembaku Domu, antiguo pabellón de Fomento de la Industria. Este es uno de los iconos más característicos del parque de la Paz. No en vano ha sido designado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Consiste en un amasijo de hierros y cascotes de hormigón. Todos los ocupantes del edificio murieron al instante. La bomba cayó muy cerca de este lugar.
 
Plano del Parque de la Paz
Gembaku Domu
Cúpula del Gembaku Domu
Escultura de bronce en el Parque de la Paz

Junto al Dome contemplamos unos tenderetes donde se exhiben fotografías y textos relacionados con las malformaciones y demás enfermedades adquiridas por la población tras el estallido de la bomba hasta hoy en día. La verdad es que es muy interesante. También hablamos con personas mayores que realizan de guía por el parque de manera desinteresada, aunque declinamos la invitación.

Carteles que muestras los estragos de la bomba nuclear

Muy cerca podemos contemplar unas hileras multicolores que inicialmente no sabemos distinguir. Cuando nos acercamos podemos comprobar que se trata de miles y miles de grullas hechas con papeles de diferente color. Parece ser que una niña afecta por la radiación enfermó. Pensaba que si realizaba un millar de grullas se recuperaría. No fue así, ya que falleció. La grulla es un símbolo relacionado con la longevidad y felicidad en la cultura japonesa. Desde entonces miles y miles de escolares realizan las grullas y las depositan en este monumento dedicado a ella.
Grullas de papel



En un momento dado escuchamos el tañido de una campana. Nos damos cuenta que el sonido proviene justo en frente del Dome. Cruzamos el puente al sur del Dome y nos acercamos para tocar la Campana de la Paz, la cual tiene grabado el desgraciado día.

Gembaku Domu al fondo

Campana de la Paz

Seguidamente nos acercamos hasta la Llama de la Paz, la cual no se apagará hasta que no quede ninguna arma atómica en el mundo. Detrás se encuentra un cenotafio con los nombres de todas las víctimas identificadas de la bomba.

Llama de la Paz con el Museo Conmemorativo de la Paz al fondo

Cenotafio erigido en memoria de las víctimas del bombardeo



La verdad es que todo el lugar hace que el corazón se encoja. Pero todavía nos queda lo más acongojante, el Museo de la Paz. Aquí se explica con todo detalle por qué se decidió bombardear Hiroshima y no otra ciudad y las consecuencias de esta decisión. Existen multitud de paneles y vídeos explicativos de todo esto. Muy interesante resultan las maquetas del antes y después de la zona donde cayó la bomba. Se muestran todo tipo de restos del desastre: desde trajes hechos harapos hasta un triciclo medio fundido por las temperaturas tan altas que se alcanzaron en el momento del estallido de la bomba.

Plano del Museo de la Paz
 
Hiroshima antes y después de la bomba atómica


Restos de un pequeño triciclo depositados en el Museo de la Paz

Por hoy ya hemos tenido bastante. Así que poco a poco caminamos por el Boulevard de la Paz en dirección al centro de la ciudad para comer algo y tomar un refrigerio. Además tenemos que encontrar algún local con internet para programar los próximos días.



En un primer piso de un estrechísimo edificio encontramos lo que buscábamos: un bar de rock donde sirven unas magníficas cervezas, donde se puede pedir algo para comer y tienen un PC disponible para poder navegar. ¡Fantástico! Al final nos tiramos un par de horas charlando con el camarero y planificando horarios y rutas.

Zona de revistas en un supermercado
De vuelta al hotel nos topamos con un grupo de personas cantando, tocando y bailando. Resultan ser un grupo de brasileños evangelistas que están de misiones. Se nos acerca uno de ellos para intentar convencernos. No tiene nada que hacer. Nos cuenta que lleva nada más y nada menos que 14 años en Japón.

Es hora de volver al hotel. Mañana toca otro día de turismo.


Baldosa de HIroshima con palimas de la paz

DÍA 10 (24/03/2013). ESTANCIA EN HIROSHIMA/MIYAHIMA


Nos levantamos más cansados de lo que pensábamos y lo primero que hacemos es dirigirnos hacia un arcade lleno de tiendas buscando una oficina de cambio de moneda, ya que al ser domingo los bancos están cerrados. ¡Estamos pelados! Nos cuesta encontrarla pero al final la localizamos, no sin preguntar un par de veces. Conseguimos un buen cambio. Como no vamos a ir hasta la tarde a Miyajima no tenemos prisa, así que nos damos unas vueltas por la zona a ver si vemos algo interesante. Es domingo y la zona está abarrotada de japoneses comprando y consumiendo. En un momento dado nos topamos con una tienda de menaje de cocina regentada por un señor mayor y nos paramos a ver si tienen cuchillos. Aquí será la mejor compra que realizaré en todo el viaje. Había visto, y veré, otras tiendas donde los venden, pero sin duda aquí será donde mejor precio encuentre.

Paseamos cerca del río y del parque de la Paz donde podemos ver que los restaurantes están abarrotados. Es más, no podremos comer en ninguno de los que intentamos. Así que nos compramos un sandwich en un "Seven Eleven" y nos lo comemos en un pequeño parque. Por todos los lados podemos ver puestos callejeros donde venden naranjas y otros manjares. Continuamos caminando y sin darnos casi cuenta nos topamos con el punto exacto donde cayó la bomba atómica. Han erigido un pequeño monolito recordando fatal acontecimiento. Muy cerca de aquí también nos cruzamos con un vagabundo. Parece mentira pero en Japón también se ven algún que otro. De todas formas están muy mal visto por la sociedad japonesa ya que se consideran fracasados y que no aportan nada al grupo.


Placa conmemorativa en el punto exacto de la explosión de la bomba H


Vagabundo por la calles de Hiroshima

Decidimos ir a visitar el Castillo de Hiroshima, el cual se encuentra hacia al norte, no muy lejos. Por el camino nos quedamos alucinados viendo a una cuadrilla de jubilados jugar a una especie de golf en un parque cercano al castillo. Los palos y pelotas son más grandes de lo normal. Además los hoyos, son pequeños círculos de hierro con una banderita que se apoyan sobre el suelo y se mueven a voluntad. La verdad es que se lo están pasando genial.

Jubilados jugando al "golf"


Paseito con los críos

El castillo está algo más allí. Evidentemente está completamente reconstruido. Decidimos visitarlo por fuera, contemplando sus defensas rodeadas por un parque lleno de cerezos que están a punto de brotar. No nos queremos liar porque se nos va a hacer tarde para coger el tren hacia Miyahima.

Muralla y foso del castillo de Hiroshima
Torre del homenaje del castillo de Hiroshima

Por el camino nos encontramos con esta típica estampa de japoneses sacando fotos todos a la vez. Nos echamos unas buenas risas, aunque ellas parece que también los están pasando bomba.

Tópico japonés

Nos queda una buena caminata hasta llegar a la estación de tren por lo que nos lo tomamos con calma y vamos viendo parte del norte de la ciudad antes de llegar a la terminal. Cuando llegamos miramos a ver cuando sale el próximo tren de la línea JR Sanyo hacia la estación de Miyajimaguchi. El tren sale del andén número 1 y el viaje dura en torno a los 25 minutos. Cuando llegamos tomamos la salida sur y nos dirigimos hacia el ferry de la línea JR, ya que nos cubre el JR Pass. El trayecto dura unos diez minutos.



Como llegar a Miyahima

Mapa de Miyahima

El corto trayecto lo realizamos entre bateas de moluscos que nos recuerdan mucho a las Rías Baixas gallegas. La famosa puerta color rojo intenso de O-torii se encuentra enclavada dentro del mar y se puede ver desde bastante lejos. A medida que nos vamos acercando cada vez podemos contemplar más y más gente paseando por sus cercanías. Cuando llegamos es marea baja por lo que casi se puede tocar con las manos. Sin embargo, la mejor estampa de la puerta es con marea alta y de noche. Tendremos suerte porque la marea subirá al anochecer.

Ferry JR hacia Miyahima


Bateas

No pensaba que iba a haber tanta gente en los alrededores de Miyahima. Sin embargo, sorprendentemente casi todos los turistas que nos encontramos son japoneses. A lo largo de la calle que discurre entre puerto donde desembarcamos y la puerta nos encontramos con una amplia variedad de puestos de todo tipo: desde recuerdos típicos hasta de brochetas de chipirón a la brasa. Tal vez las probemos luego. También hay varios chicos con los típicos carritos para trasportar personas. No sé lo que costará el viaje pero seguro que se lo merecen. Nos resulta chocante el calzado tan curioso que llevan, con el dedo gordo separado del resto del pie. Ya habíamos vistos zapatillas y calcetines con ese diseño, pero no para acarrear personas. Parecen un poco incómodos para tal menester.

Paseando por Miyahima

Curioso calzado japonés
  
De nuevos nos movemos entre templos, pagodas y demás construcciones religiosas. Sin embargo, nuestro ojos ya se han acostumbrado a ver este tipo de construcciones, por lo que ya no nos llaman tanto la atención como lo hicieron en Kioto o Nara. Los ciervos corretean libremente por las calles, al igual que lo hacen en Nara.

Según parece esta es una isla sagrada en la que no esta permitido dar a luz ni enterrar a los muertos. Tampoco talar árboles.

Contemplamos una pagoda de cinco pisos de color rojo intenso que destaca sobre el entorno. También se encuentra el bello templo de Itsukusima, que al igual que la puerta está construido sobre pilotes dentro del mar. Sin embargo, la puerta O-torii lo eclipsa todo. Es majestuosa. Desde dicho santuario, al estar en frente de la puerta, se obtiene una maravillosa panorámica de la puerta y la bahía de Hiroshima, sobre todo de noche y con marea alta cuando las luces y el edificio se reflejan en el agua.


Pagoda de cinco plantas


Santuario de Itsukusima y puerta al fondo

Escapando un poco de la gran cantidad de gente que se reúne en torno a los más destacados monumentos decidimos dirigirnos hacia el templo Daisho-in y seguir la senda homónima monte arriba. No nos encontramos con mucha gente por el camino, algunas parejas de extranjeros y poco más. Tras sudar un poquito trepando por los incontables escalones que nos encontramos por el camino llegamos a uno del las múltiples zonas de descanso y obtenemos unas magníficas vistas de toda la bahía.

Existen tres rutas principales para subir a la cima del monte Misen (535 m.s.n.m.): Momijidani, Daisho-in y Omoto. Además también se puede utilizar un teleférico que deja muy cerca de la cima.
Mapa del entorno del monte Misen


Panorámica de la bahía desde el monte Misen

Empieza a anochecer y a subir la marea por lo que es el momento de bajar del monte, intentar contemplar la puerta en todo su esplendor y sacar algunas fotos. Además, seguro que hay muchísima menos gente merodeando por el lugar. Mientras anochece nos sacamos la típicas fotos para el recuerdo y jugamos con los ciervos. La espera merece la pena. La estampa es impresionante.

Sube la marea

Farolillos al anochecer

"Momento Zen" contempando la O-torii de noche y marea alta

Un poco apurados por la hora que es nos dirigimos de regreso hacia el punto de atraque del ferry porque no sabemos la hora del último viaje. Todos los puestos callejeros y tiendas ha cerrado ya. Queda muy poca gente por el lugar. Sin embargo, cuando llegamos a la sala de espera antes de embarcar vemos en el panel de horarios que el último es en torno a las diez de la noche. Lo peor de ser tan tarde es que nos hemos quedado sin probar esa brocheta de chipirón a la brasa. ¡¡Cachis!!


Cuando llegamos a Hiroshima nos damos cuenta de que prácticamente no hemos comido nada y que estamos a punto de desfallecer. Así que buscamos un buen restaurante con intención de meternos un pequeño homenaje. Después de barajar varias posibilidades nos decantamos por un restaurante que se encuentra en un segundo piso. El camarero es muy amable y está todo el tiempo pendiente de nosotros. Nos explica la carta, ya que viene en perfecto japonés. Al final nos decantamos por unas ensaladas, alitas de pollo picantes, una especie de albóndigas, carne de potro cruda y shabu-shabu. Este último se lo habían recomendado a Txemi en España. Consiste en carne y verduras cortadas finamente que se servirse con salsas para mojar y se introducen un bol hirviendo de una especie de sopa de verduras y fideos. La verdad es que está muy rico. Ya que no nos podemos permitir la carne de Kobe nos conformamos con esto.


Ya es hora de volver al hotel porque mañana tenemos que coger muy pronto el Shinkansen con dirección a Kagoshima. A ver si encontramos un poco de calor.

DÍA 11 (25/03/2013). ESTANCIA EN KAGOSHIMA


Tras comprar en el supermercado de debajo del hotel algo para desayunar volvemos a tomar el tranvía número 2 con dirección a la estación de tren. Nada más llegar reservamos los billetes para no tener problemas con los asientos. Desayunamos en el tren y nos quedamos dormidos prácticamente todo el trayecto. Lo poco que nos da tiempo a ver del paisaje antes de dormirnos es completamente diferente a lo que hemos estado acostumbrados hasta el momento. El entorno es totalmente rural y con gran cantidad de bosque y plantaciones en los valles. La densidad de población disminuye bastante respecto a los zonas que ya hemos visitado. El viaje dura unas tres horas y media, así que llegamos en torno al mediodía.

Tranvía de Kagoshima

El hotel que hemos reservado en esta ocasión es el Hotel Lexton. No se encuentra muy lejos de la estación pero tomamos de nuevo el tranvía para llegar allí.  La parada se encuentra nada más salir de la estación de tren. Tomamos la linea 2 y nos bajamos en la tercera parada: Takamibaba. El hotel está muy bien, con las habitaciones más grandes de todas las que utilizaremos en el viaje. Incluso tiene un onsen en el sótano. Sin embargo, volvemos a tener el problema de internet. Solo tienen por cable y no llevamos PC. Bueno, ya nos buscaremos la vida para las siguientes etapas.


Plano de ubicación del hotel Lexton en Kagoshima

Plano de la Kagoshima

Plano del tranvía de Kagoshima

Nos vamos a dar un paseo en dirección al puerto. Habíamos venido en busca del calor, pero la temperatura no difiere mucho de la que hemos tenido en los días anteriores, en torno a 15-16ºC por el día pero con brisa marina por lo que la sensación térmica es bastante inferior. ¡Menos mal que hace un sol radiante! Junto a un gran edificio cercano podemos ver un cartel de alerta de Tsunamis. La dirección que tenemos que tomar y al edificio que tenemos que meternos en caso de que se produzca uno. ¡Qué acojone! No en vano el subsuelo del área de Kagoshima se encuentra lleno de fallas y el atractivo más importante de la región es el volcán activo, con nube de cenizas incluida, en la zona de Sakurajima. Incluso en la localidad cercana de Ibusuki hay playas con arenas calientes donde te puedes enterrar para estar calentito.
Señal de alerta de Tsunamis
En las cercanías del puerto nos encontramos con un anciano que tiene los pies metidos en una especie de onsen para pies. ¡Es eso exactamente! Nos remangamos y hacemos lo mismo. El hombre sonríe al ver nuestras pintas. Luego nos daremos cuenta que estas instalaciones (footspa) se encuentran repartidas por toda la ciudad. Aprovechan el agua que mana del interior de la tierra debido a la energía del subsuelo. Pasamos un buen rato disfrutando del momento y echándonos unas buenas risas.
Footspa
Después de dar un paseito por la zona, ver a los chavales jugar al baseball y contemplar los cerezos en flor tomamos el ferry que nos llevará al otro lado de la costa, a la zona de Sakurajima. Aquí tendremos que pagar, ya que no cubre el JR Pass. Sin embargo, el precio es prácticamente simbólico. Esta zona antiguamente fue una isla originada por el volcán Sakurajima, pero tras una erupción en tiempos modernos se junto a la costa, por lo que ahora es una península con una marcada forma circular. El trayecto dura en torno a diez minutos y viajamos tanta gente con el ferry de Miyajima. Aquí se nota bastante la disminución de turistas.
Chavales jugando al baseball
Volcán Sakurajima desde Kagoshima
Junto a la terminal del ferry ya podemos observar un onsen y una hilera interminable de footspa donde la gente se está remojando. Visitamos el pequeño museo que se encuentra cerca donde podemos contemplar las maquetas del volcán y sus diferentes etapas evolutivas de erupciones. Nos comentan que hay una ruta circular en torno al volcán de unos 36 kms. Damos un paseo por la zona sur durante un par de horas. Toda la zona está llena de rocas volcánicas. Incluso cogemos alguna piedra pómez para llevárnosla de recuerdo.

Como llegar a Sakurajima

Plano de volcán Sakurajima

Footspa en Sakurajima

Rocas volcánicas diseminadas por toda la zona de Yakushima

Ruta circular de Yakushima

Subimos a un pequeño mirador donde se pueden contemplar unas vistas magníficas de la costa de Kagoshima y del volcán. Un poco más adelante nos topamos con tres ancianos que están recogiendo algas en una pequeña playa de rocas. Mediante señas nos explican que están recogiendo algas para venderlas para alimentación.

Mirador

Anciana recogiendo algas para comer



Pequeño embarcadero en el sur de Yakushima

Para volver tomamos la única carretera que recorre el lugar. Se encuentra flanqueada por una interminable hilera de cerezos en flor que le dan una estampa muy atractiva.

Carretera flanqueada con cerezos en flor

De vuelta a Kagoshima visitamos un parque que ocupa la antigua ubicación del castillo de la ciudad, del cual solo quedan los restos de la muralla y el foso húmedo. En su interior se encuentra el museo de Cultura de la Prefectura de Kagoshima. Damos un paseo contemplando las diferentes esculturas dedicadas a héroes locales. Los árboles se encuentran bellamente recortados y cuidados. Cuando salimos en dirección al centro de la ciudad podemos contemplar como en el interior tanto del foso del antiguo castillo como de los diferentes canales que parten de él habitan multitud de carpas japonesas de vivos colores, algunas con tamaños verdaderamente descomunales.

Murallas y foso del antigua castillo de Kagoshima


Interior del parque del castillo de Kagoshima




Raices de un cerezo rodeado de pétalos

Nos apetece tomar algo e ir pensando en cenar . Así que nos dirigimos hacia la zona de la galería comercial Tenmonkan-dori. Entramos en un "bar español". Tenemos curiosidad por ver qué imagen tienen de nosotros y que platos preparan. Aunque tienen carteles decorativos con las más famosas cervezas españolas solo tienen Heineken, así que no tenemos elección. Probamos unas tapas de croquetas de arroz y queso y pulpo rebozado.

Curioso sistema de surtidores de combustible en una gasolinera

Damos un paseo por la galería. Como en el resto de las que hemos visto anteriormente se encuentra abarrotada de japoneses haciendo compras y comiendo. Nos metemos en un local donde cenaremos una pizza para picar y un plato contundente de pasta con langostinos y almejas que está bastante bueno.

Volvemos al hotel a dormir. Mañana tenemos que coger el Shinkansen a eso de las 8:30 h. hacia Shikoku sin saber todavía donde pararemos.


DÍA 12 (26/03/2013). ESTANCIA EN MATSUYAMA


En torno a las siete y media de la mañana ya estamos desayunando unos batidos y bollos que hemos comprado en el supermercado de al lado del hotel. Vamos a coger un tren rápido en la estación Kagoshima, ya que está muy cerca del hotel. Nos llevará a la estación central, o Kagoshima-Chuo, donde deberemos coger el Shinkansen en torno a las 8:30 h. Nos tendremos que bajar en Okayama y aquí tomar un tren rápido hacia la isla de Shikoku. Todavía no tenemos decidido donde ir, o hacia la zona de Tokushima o hacia la de Matsuyama. En el trayecto lo decidiremos. Cuando llegamos a Okayama a mediodía ya hemos decido ir a Matsuyama. Por todo lo que hemos leido tiene mejor pinta que Tokushima.

Con muy pocos minutos de margen cogemos el tren hacia nuestro destino final. La hora estimada de llegada son las 15:15 h. Somos consciente que este día va a ser prácticamente de transición al tener que hacer tantos kilómetros de vuelta. ¡Menuda paliza de tren! Sin embargo este tramo es espectacular. Cruzamos por diversos puentes que están construidos sobre varias islitas que separan Kansai de Shikoku. Las vistas sobre el mar interior son fabulosas. Una vez en Shikoku podemos contemplar la gran cantidad de granjas y arrozales desperdigados a derecha e izquierda del tren. Están preparando los campos para la siembra.

Núcleos urbanos al paso del Shinkansen
 
Islas diseminadas por el Mar Interior
Puertos e industria pesada en el Mar Interior

Una vez llegamos a la estación de Matsuyama nos dirigimos a la Oficina de Información para ver si nos pueden recomendar algún alojamiento. El hombre muy amable pero con un inglés muy limitado nos indica varios establecimientos. Decidimos coger el tranvía Nº 5 y dirigirnos hacia Dogo Onsen, ya que por esta zona parece que hay mayor concentración de hoteles y guesthouses. Al final nos decantamos por el Sen Guesthouse y vamos a ver si tienen habitación. Tenemos suerte y nos alojamos por dos días. Nos meten en una habitación compartida tipo Ryokan con seis camas, de las cuales sólo una está ocupada. El alojamiento está fenomenal, la dueña es muy simpática. Está casada con un chico de Texas (USA) y nos comentan que en Junio van a hacer el Camino de Santiago. Parece ser que en esta isla también realizan un peregrinaje similar al de Santiago de Compostela. Se llama la Ruta de los 88 Templos. Se remonta al siglo IX cuando Kukai, fundador del budismo Shingon, lo hizo por primera vez. Cada año más de 100.000 peregrinos lo realizan completamente y muchos más parte del mismo.
Plano de Matsuyama
Plano de las lineas de tranvía de Matsuyama


Plano de ubicación del Sun Guesthouse



Tras enseñarnos las instalaciones del guesthouse, donde incluso tienen un onsen, y acomodarnos no vamos a dar una vuelta por la zona. Nos choca mucho ver gente con una especie de albornoces. Cada grupo los lleva idénticos. (Mas tarde nos daremos cuenta que se los proporcionan los hoteles donde están alojados.) Resulta que toda esa gente va o viene del famoso Dogo Onsen, uno de los más antiguos del país (más de mil años) donde venían a bañarse los emperadores.

Habitación compartida del Sen Guesthouse

Fachada decimonónica del Dogo Onsen

Plano del Dogo Onsen

Cerca del onsen contemplamos una puerta ceremonial y unas empinadísimas escaleras que llevan al monasterio de Isaniwa. Así que nos armamos de valor y trepamos hasta la entrada. Lo primero que nos choca es que no hay absolutamente nadie, solo nosotros. El color rojo intenso de algunas de las estancias lo hace muy fotogénico. Desde lo alto se pueden contemplar una buenas vistas de la ciudad. Incluso se ve el castillo sobre una colina, al fondo. Nos comentan que es muy bonito cuando se celebran bodas, todo adornado y la gente vestida con kimonos y ropa tradicional. No tenemos esa suerte.

Empinadas escaleras que conducen al monasterio de Isaniwa

Templo en el monasterio de Isaniwa

Interior del templo donde se celebran las bodas

Imagen de un peregrino

Volvemos a bajar las empinadas escaleras en dirección al onsen. Pasamos junto a un local donde escuchamos música rock. La cosa pinta bien. Tal vez nos acerquemos esta anoche o mañana. Picamos unos palitos de pescado que venden en un puesto. No me convencen, saben demasiado fuertes y mucha fritanga. Paseamos por el arcade de turno hasta que hacemos hambre. Cenamos pasta y nos retiramos finalmente a la cama. Mañana queremos hacer muchas cosas y tenemos que levantarnos pronto.


Puesto de palitos de pescado

Antes de acostarnos buscamos en internet hotel para los últimos días de estancia en Tokio. Tras mucho mirar la cosa no pinta nada bien. Al coincidir con Semana Santa están todos los hoteles interesantes completos. Por más que buscamos no encontramos nada interesante: ni por precio, ni por ubicación,... La única alternativa que encontramos es reservar cuatro noche en un hotel cápsula. Será nuestra salvación. Lo que antes del viaje nos lo tomábamos como a broma se va a hacer realidad. ¿Sobreviviremos a la claustrofobia?


DÍA 13 (27/03/2013). ESTANCIA EN MATSUYAMA


La noche ha ido bien. Hemos dormido de tirón. Cuando llegamos anoche había un tipo durmiendo ya, y esta mañana sigue ahí. Llevará mas de doce horas y no se mueve un ápice. Lo bueno es que no ha dado nada de guerra.

Ha salido un día plomizo y lluvioso. ¡Qué pena! El responsable del guesthouse nos recomienda fervientemente visitar el cercano templo de Ishiteji, al cual se puede llegar pasando por un bosque de bambú y atravesando una cueva. La idea nos convence así que nos llevamos el plano que nos entrega y nos deja unos paraguas.

Plano de los principales sitios de interés en torno al Dojo Onsen

Aunque la lluvia es fina es continua. Incluso hay momentos en que se hace un poco más intensa. El color del bosque es especial debido a que tras la lluvia la atmósfera está muy limpia. Por el camino nos encontramos un pequeño santuario abandonado en medio del bosque. Se encuentra debajo de lo que, en principio, parece una cabaña. Un poco más abajo aparece un inmenso cementerio lleno de lápidas de forma escalonada de tal manera que adapta perfectamente a la orografía de la colina. En torno a él se distribuyen decenas de naranjos y cerezos que le dan un aspecto de paz y tranquilidad.

Bosque de bambú

Camino del templo


De vuelta a la carretera nos topamos con un mandala, en cuyo interior podemos contemplar multitud de tallas de madera simbolizando distintas deidades hinduistas y budistas, mientras que las paredes encierran un diagrama que se utiliza como guía de la meditación. En el exterior podemos contemplar una figura un tanto extraña, la de Siddharta Gautama, o buda esquelético, en contraposición con el Bikkhu Hotei, o buda gordo, que hemos visto un poco antes. Nos llama la atención unas grandes manos de granito llenas de canicas de cristal, que tiene un aspecto de ofrenda. Nos recuerda mucho a nuestra infancia cuando jugábamos con las canicas en el barrio.
 

Bikkhu Hotei

Mandala de cúpula dorada


Tallas de madera en el interior del mandala

Siddharta Gautama

Exterior del templo

Unos metros más allí veremos, a la derecha de la carretera, una estatua que da entrada a una cueva que conduce al templo Ishiteji , el número 51 de los 88 templos que se encuentran a lo largo y ancho de la toda la isla. Esta es la mejor forma de introducirte en este maravilloso templo. Lo primero que llama la atención es la estrecha entrada que se abre en una grieta de la montaña. Una vez dentro sorprende la infinita hilera de pequeños ídolos de piedra con gorritos y baberos rojos que están dispuestos a lo largo de todo el túnel que llevarán hasta la salida de la cueva, en pleno corazón del santuario. Con ayuda de unas linternas no vamos guiando por el interior. Está repleto de pequeños altares y monedas de bajo valor a diestro y siniestro a modo de ofrenda. Simboliza el camino que recorrió Buda para alcanzar la iluminación.

Entrada a la cueva que conduce al templo de Ishite-ji


Interior de la cueva

Este templo va a ser una de las gratas sorpresas del viaje. No se encuentra tan masificado como Nara, Kioto o Nikko por lo que la visita es más sosegada y apacible. Varias de sus estructuras han sido declaradas Tesoro Nacional. Además la alta carga de simbolismo la convierte en algo muy especial.

Plano del templo de Ishite-ji
 
Estatua de un peregrino
  


Estatua de Kobo-Daishi sobre la colina

Pequeños ídolos de piedra

Pasamos bastante tiempo en el templo, hay mucho que ver y en lugar tan extraño que en cierta manera nos cautiva. ¡Incluso se podría hacer una película de miedo! Fuera del mismo encontramos un pequeño supermercado y aprovechamos para comprar unos sándwiches y algo de agua. Una vez hemos comido nuestro siguiente destino será el parque Dogo. Un lugar extremadamente cuidado donde se puede apreciar perfectamente el arte japonés de la jardinería: cuidados árboles, esmerados caminos y canales de agua por todos los lados. En el centro del mismo se encuentra una especie de mirador que permite observar parte de la ciudad. No tendremos esa suerte porque sigue lloviznando y está completamente encapotado. Al fondo se puede intuir la silueta del majestuoso castillo de Matsuyama: nuestro siguiente destino.

Cerezos y farolillos

Canales de agua y hermosos jardines en el parque de Onso


Junto al parque tomamos el tranvía nº 3, el cual nos llevará hasta las inmediaciones del castillo de Matsuyama: una auténtica maravilla. Según parece es una de las fortalezas mejor conservadas de todo Japón. Tomamos el teleférico que nos llevará hasta la entrada del recinto. ¡No cabe un alma! Está abarrotado de turistas japoneses que han tenido la misma idea que nosotros, a pesar del mal tiempo que hace.

Plano del castillo de Matsuyama

Subida ala fortificación de Matsuyama

Vamos subiendo poco a poco por las faldas de la colina donde se ubica esta majestuosa edificación. Las murallas nos van conduciendo poco a poco hasta el recinto principal. Por todas partes nos encontramos con cerezos en flor. ¡La imagen es fantástica!



Parque en el interior del castillo con cerezos en flor


La ubicación del castillo no es por casualidad. Desde lo alto de sus torres se divisa toda la ciudad, y si el tiempo acompaña se observa una espectacular panorámica de la zona que incluye el mar Interior. Paseando por el interior del recinto nos topamos con multitud de carteles explicando los rasgos defensivos y vida del castillo, algunos en japonés y otros en bilíngüe.

Armadura de combate japonesa

Panorámica de la Matsuama desde las torres del castillo

Torre del castillo de Matsuyama

El tiempo no mejora y decidimos bajar de nuevo a la ciudad andando a través de un sendero que bordea las murallas. Además Txemi no ha llevado zapatillas de Goretex sino unos náuticos, que debido a la gran cantidad de agua que filtran, los acabamos llamando "semináuticos".

"Semináuticos de Txemi"

Es de todos sabido que los japoneses están obsesionados con la limpieza y la belleza corporal. Pero no pensábamos que el tema es tan acusado como para tener centros comerciales dedicados exclusivamente a tales productos. De vuelta nos topamos de frente con uno de estos centros y alucinamos del tamaño.

Centro comercial de productos de aseo personal y belleza

Ya en el hotel nos ponemos a buscar alojamiento en Tokio, ya que mañana tenemos que viajar hasta allí y todavía no hemos reservado nada. Por más que buscamos no encontramos absolutamente nada, ni caro ni barato. Aunque en Japón no se celebra la Semana Santa parece ser que todos los turistas extranjeros hemos decidido viajar en las mismas fechas a Japón. Barajamos la opción de buscar algún alojamiento a las afueras de la ciudad, aunque es no es de nuestro agrado. Finalmente encontramos un hotel cápsula en Shijuku y reservamos las cuatro últimas noches que vamos a pasar en el país. Lo que nos hacía gracia al preparar el viaje va a resultar la única opción de poder dormir en Tokio durante esta fechas. Estamos un poco intrigados por la experiencia que va a suponer dormir en un lugar así. Mañana lo comprobaremos.

También aprovechamos para mirar el tiempo que va a hacer los próximos días ya que tenemos pensado hacer una excursión por las cercanías del monte Fuji. El parte meteorológico no es muy halagüeño. El mejor día parece que será el sábado.

Salimos a dar un paseo por la zona de los baños termales de Onsen, aunque no vamos a entrar. Es impresionante el ir y venir de turistas y locales, todos ataviados con sus albornoces y sandalias identificativos de cada hotel. 

Como se va acercando la hora de cenar decidimos ir a un pequeño restaurante en el que tomamos unas cervezas ayer por la noche. Lo regenta una anciana y un chaval joven. Nos invitan a sentarnos en una de las mesas. Son de las que tienes que sentarte con las piernas cruzadas en el suelo aunque tiene trampa. Hay un foso en el centro de la mesa donde se puede apoyar los pies quedando la postura de la espalda erguida. En medio de la mesa se encuentra un hornillo que se enciende para cocinar los platos que van sacando a los comensales.

Hornillo en el centro de la mesa

Como toda la carta viene en japonés y sin fotos, y ellos no hablan inglés, decidimos cenar lo mismo que lo que están cenando un par de señores de la mesa de al lado. Mediante señas nos hacemos entender. Posiblemente sea la mejor comida que tomaremos en todo Japón. Nos sirven una sopa de verduras con grasa de vaca que hace nuestras delicias. Seguimos con unas alitas de pollo fritas y una ensalada. Vemos que los de la mesa de al lado piden pasta para añadir a los restos de la sopa de verduras y la hierven de nuevo. Ni cortos ni perezosos pedimos lo mismo. ¡Todo un acierto! Para rematar pedimos sake, aunque el que nos sirve es muy flojillo, solamente 10º.

Cuando salimos del restaurante decidimos ir al bar que el día anterior, al pasar por al lado, habíamos oído buena música. Se llamaba Circus Bar. Nos dirigimos para allí y será nuestra perdición. ¡Se arma la gorda: La mejor fiesta de todo el viaje! Nos pasamos toda la noche tomando cervezas, sake, charlando con la gente del bar, tocando instrumentos musicales y disfrutando de un increíble espectáculo de marionetas que nos regala uno de los dueños del bar. Los dueños son artistas. Uno de ellos incluso estuvo viviendo en Italia ganándose la vida como marionetista. Se hacen llamar Cocodrilo y Rinoceronte (wanitosai y untokosho en japonés). El local es muy pequeño con aspecto de un gran cajón desastre lleno de marionetas, peluches e instrumentos musicales por todos los lados.

Tarjeta de visita del Circus bar
Interior del Circus bar
Foto de grupo en el interior del Circus bar

Amigas tocando y cantando canciones japonesas

No paramos de charlar con ellos y las diferentes cuadrillas de jóvenes japoneses que frecuentan el local. Van cayendo las cervezas y vamos perdiendo la vergüenza, así que nos ponemos a tocar instrumentos de lo más variopinto que tienen colgado a lo largo y ancho del local. También le pedimos al marionetista que nos haga una demostración de marionetas. La verdad es que nos quedamos impresionados. Los amigos y amigas empiezan a tocar la guitarra y bandurria y a cantar mientras la marioneta se mueve al son de la canción. Simplemente nos quedamos sin palabras. También les pedidos que nos pongan algo de música japonesa. Los grupos de rock japoneses no están nada mal. Alucinamos con uno tipo Ramones y otro del estilo Bob Marley pero en japonés.

Después del espectáculo seguimos bebiendo y charlando con la gente y se nos acaba yendo tanto de las manos que nos dan las tantas y cada uno vuelve al guesthouse como bien puede.


DÍA 14 (28/03/2013). VIAJE Y ESTANCIA EN TOKIO

No podemos levantarnos hasta las doce del mediodía siguiente. ¡Y eso que íbamos a tomar el Shinkansen de las nueve de la mañana! Eso si, algunos más perjudicado que otros. Ya que tenemos la mañana perdida nos preparamos el desayuno y nos lo tomamos con calma. Aprovechamos para charlar con alguno de los huéspedes del guesthouse. Una italiana y una alemana nos ponen los dientes largos cuando nos cuentan que llevan viajando por Japón varios meses.

Antes de irnos nos despedimos del matrimonio japo-estadounidense que regenta el negocio, no sin antes darles algunas indicaciones de como hacer el camino de Santiago, ya que lo van a hacer durante el próximo mes de Junio.

Trastocados todos los planes, cogemos el tren de cercanías que se encuentra cerca del hotel y nos dirigimos a la estación central de trenes para tomar el Express. Tomamos el tren hacia Okayama de las 12:!9 h. Por el camino aprovechamos para echar una cabezada e intentar recuperarnos de la noche anterior. Lo más impresionante de este trayecto vuelve a ser el paso por el mar Interior, una auténtica gozada para nuestros ojos.

Puente kilométrico del tren sobre el mar Interior

Llegamos a las 15:00 h. y sin perder un minuto tomamos otro que nos llevará a Tokio en tres horas. Para cuando salimos al exterior del barrio de Shijuku ya son más de las ocho de la tarde y de noche cerrada. Por más vueltas que damos no conseguimos localizar el hotel. Finalmente un hombre nos lo indica. Estaba frente a nuestras narices pero debido a la gran cantidad de anuncios que siempre ponen los japoneses no lo veíamos.

Pequeño ejemplo de los carteles de publicidad que tanto gustan a los japones

El Shinjuku Kuyakushomae Capsule Hotel se encuentra entre la tercera y sexta planta de un edificio multiusos en puro centro del barrio. Es un ir y venir de gente. Contaremos más de seiscientas camas en total y se encuentra prácticamente completo. Da una idea del negocio que este tipo de hoteles en Japón. Es cierto que esto no se podría implantar en Europa por lo que más tarde contaré.

El sistema que tienen para que la gente no se cuele, o se vaya sin pagar, o para que no robe, etc., es muy curioso. Primero se deben dejar el calzado en unas taquillas que se encuentran en la recepción del hotel. A continuación se entrega la llave de dicha taquilla y es entonces cuando te la cambian por otra que corresponde con las taquillas donde se guardará el equipaje, las cuales se encuentran puertas adentro de la recepción. Es en esta zona donde uno se puede cambiar para irse a dormir o para ducharse, etc. Además de la llave, también nos hacen entrega de un batín con el cual nos podremos mover por el hotel sin problemas y una toalla por si queremos ir a ducharnos. Hay que decir que la taquilla nos es muy grande, únicamente caben una maleta pequeña o una mochila. Los bultos grandes nos los guardarán ellos. Esto tiene su lógica ya que este tipo de hoteles están enfocados a gente que está de paso: una noche, dos tal vez. Nos choca bastante que sea un hotel exclusivamente masculino al cual no pueden entrar las mujeres. Los hay similares solo para mujeres. Tras subir a echar un vistazo a las cápsulas nos vamos a la calle a cenar algo porque solo hemos tomado un tentempié en el tren esta mañana.

Primeras impresiones

Tras devorar la cenar en un restaurante tipo italiano nos volvemos al hotel porque estamos agotado de tanto viaje en tren. Antes de llegar tenemos que pasar por una zona de burdeles. ¡qué mejor sitio para colocarlos que junto a un hotel de hombres! Los relaciones publicas de estos locales no nos dejan ni pasear, venga a intentar que entremos. 

La verdad es que la cápsula no es para nada claustrofóbica. Es más amplia de lo que parece en un principio. Posee televisión, radio y despertador. Tiene una cortinilla que la deslizas hasta el suelo para que no entre la luz del pasillo. Esos si, si tienes el sueño ligero no esperes que te amortigüe los ronquidos de los vecinos.

Nos acostamos con la intención de visitar mañana la zona de Hakone y contemplar desde la lejanía el monte Fuji (si el tiempo nos deja).

¡A dormir!

DÍA 15 (29/03/2013). ESTANCIA EN TOKIO/HAKONE

A eso de las ocho de la mañana nos levantamos más o menos recuperados del viaje del día anterior. 

Nuevo reto: aprender cómo va el tema de la ducha. El sistema es bastante curioso. Nos lo pasamos bastante bien contemplando cómo funciona este proceso. Bajamos a las taquillas con el batín, tomamos los necesario para ir a las duchas, las cuales se encuentran en las salas contiguas, y nos aseamos. Nos choca bastante la forma de ducharse de los japoneses: se suelen sentar en un taburete mientras se enjabonan y se aclaran. Nosotros lo haremos a nuestra manera. Para el que quiera también disponen de jacuzzi. Después viene la etapa de afeitado y demás en unos lavabos que se encuentran en salas anexa. Todo el material de aseo es gratis para los clientes. No hace falta que traigan nada. Está pensado para personas que se tienen que quedar en Tokio por algún motivo y no han podido regresar a casa por lo que no hace falta que lleven equipaje. Es sorprendente ver a ejecutivos alojados en este tipo de hotel, pero según parece es bastante habitual. Hay que remarcar que todo el hotel está escrupulosamente limpio y ordenado. Nunca he visto nada parecido. En realidad, todos los establecimientos y alojamientos en Japón están impolutos. Pero en este hay que tener en cuenta que circulan por el entorno a seiscientas personas diariamente.

A las nueve de la mañana bajamos a la calle y compramos algo para desayunar en el tren camino de Hakone. En el guesthouse de Matsuyama nos comentaron que para contemplar el monte Fuji la región de los Cinco Lagos es mas bonita que la de Hakone. Sin embargo se necesita más tiempo para ir a visitarla y a nosotros precisamente tiempo ya nos nos queda mucho.

El trayecto en tren entre la estación de Shinjuku y la de Odawara nos lleva en torno a hora y media. La estación de autobuses está contigua a la estación de tren. Nos comentan que todavía quedan unos veinte minutos hasta que salga el bus, así que damos un paseo por la zona. Como alguno de nosotros tiene mono de fumar nos acercamos hasta una "Smoking area" contigua a la estación. Estas son los únicos lugares donde se puede fumar al aire libre en las ciudades.

"Smoking area"

Desde la misma estación se puede contemplar el majestuoso castillo de Odawara, aunque por falta de tiempo no lo vamos a visitar. Tomamos el bus número 3 que nos conducirá por maravillosos paisajes llenos de vegetación y carreteras estrechas al borde de acantilados hasta llegar una hora después a la estación de Moto Hakone-ko. Durante el trayecto no para de subir y bajar gente del bus. 

De Tokyo a Hakone en tren



El día no es especialmente bueno. Hace fresco y van entrando y saliendo nubes por lo que, a ratos, podemos contemplar en todo su esplendor las cumbres nevadas del cono volcánico del monte más alto de Japón. El parque se encuentra llenos de japoneses que han venido a pasar el día paseando por su entorno. Somos pocos los turistas extranjeros que deambulamos con el entorno.

Uno de los pocos momentos en los que se puede apreciar el Fuji

Familias pasando el día en Hakone

Escalinata hacia un bosque de cedros

Para mi gusto el lugar es "demasiado turístico". Se ha perdido un poco el sentido de contemplar la naturaleza en estado puro. Nos encontramos con una gran variedad de barcos turísticos que recorren el lago y acercan a los turistas al Fuji. Incluso hay barcos con cañones al mas estilo "Piratas del Caribe". 

Sin duda la estampa más bonita del lugar es contemplar el Fuji y el lago desde las alturas de una colina. Pero tampoco desmerece pasear con los múltiples senderos rodeados de vegetación y entre inmensos cedros japoneses.

Aprovechamos para comer unos calamares a la plancha y alguna que otra cosilla en la infinidad de puestos callejeros que encontramos por doquier. Nos los comemos sentados al borde del lago contemplando la maravillosa puerta colorada del Hakone-jinja rodeada de cedros centenarios.

Panorámica del lago Ashi

Cumbre del Fuji

Pequeño embarcadero con puerta al fondo

Sin darnos cuenta se nos ha pasado el tiempo y debemos volver para Tokio. Así que volvemos a la estación de autobuses y tomamos el camino de vuelta hacia la estación de tren de Odawara.

Para cuando llegamos a Tokio ya es de noche pero todavía nos quedan muchas cosas por visitar. Nos bajamos en la estación de Shibuya y recorremos unos cuantos kilómetros en dirección a la zona de Roppongi. A diferencia del resto de los sitios en los que hemos estado aquí los extranjeros están por todos los lados. Incluso los bares y restaurantes tienen contratados a muchos occidentales. Nos tomamos unas cervecitas y algo para picar para recuperar fuerzas en uno de estos locales.

En este distrito se puede ver por todos los lados que hay poderío: cochazos, tiendas de firmar archiconocidas de alta gama, etc. También podemos observar que muchos occidentales pasean junto a japonesas muy preparadas. Nos da que pensar y nuestras sospechas se hacen realidad cuando empezamos a observar locales de "vida alegre". De nuevo los relaciones publicas de estos locales nos dan la paliza para que entremos y probemos las delicias japonesas. La verdad es que son bastante pesados. Intentamos alejarnos de estas calles y buscamos algún restaurante tranquilo en el cual cenar. Nos damos cuenta que todos están a reventar y nos cuesta lo suyo encontrar alguno tranquilo y con sitio. Finalmente, en una pequeña calleja encontramos uno donde probamos las mejores brochetas de todo el viaje. Además, los camareros son super simpáticos. El local está adornado con motivos de sumo. Viendo al cocinero nos explicamos el por qué: ¡pedazo de tío!

Coches de alta gama en Roppongi

La noche de fiesta en esta zona está asegurada pero no nos quedamos mucho porque mañana nos espera otra jornada maratoniana. Tomamos el metro de vuelta al hotel.


DÍA 16 (30/03/2013). ESTANCIA EN TOKIO

Hoy es el último día de uso del JRP por los que hemos decidido aprovechar para darnos una vuelta por unos cuantos distritos de Tokio. Tras realizar el ritual de la ducha y de vestirnos salimos a la calle para desayunar y coger el JR para dirigirnos al barrio de Akihabara: "ciudad de la electrónica". Es impresionante, se vende y compra todo lo imaginable en lo relativo a la electrónica: desde cualquier componente electrónico de un ordenador o radio a objetivos para cámaras de fotos vintage. También hay una gran cantidad de librerías donde se vende manga y literatura relacionada. Lo curioso es que todos estos locales están llenos a reventar y las colas para pagar son interminables. ¡Qué manera de consumir!

Librería manga y anime

Calles de Akihabara

Tiendas de electrónica en Akihabara

Los sábados es el gran día en Akihabara. Todos los tokiotas acuden a sus tiendas a buscar los mejores chollos o gangas. Nosotros también aprovechamos y compramos algunas cosillas para llevar a nuestros familiares. También vemos en multitud de cruces de calles a cosplays ofertando los menús de los diferentes cafés y restaurantes de la zona.

Volvemos a tomar el JR in nos dirigimos al distrito de Ginza, uno de los más selectos de la ciudad. Sería el equivalente a la Quinta Avenida de Nueva York. El sábado es un buen día para visitarlo porque muchas calles se cierran al tráfico y la gente puede pasear tranquilamente por ellas. Por todos las esquinas se percibe el alto nivel de vida de este barrios: Armani, Dior,...

Tiendas de grandes firmas en Ginza

Calles peatonizadas de Ginza

Comemos algo de pasta en un pequeño restaurante junto a las estación del tren y descansamos un rato antes de acometer nuestro siguiente destino: el distrito de Ueno. Antes de partir nos echamos unas risas observando como hay clientes que después de comer se echan la siesta directamente sobre la mesa.

Maquetas de platos en el escaparate de un resturante

Retomamos la ruta, cogemos el JR y nos damos de bruces con un espectáculo que nunca hubiésemos pensado: un macrobotellón en un parque frente a la estación de Ueno. El lugar está literalmente tomado por multitud de tokiotas, de todas las edades y condiciones, comiendo y bebiendo de la forma más desenfadada. Eso sí, siguen un orden preestablecido que yo creo que lo llevan en los genes. Todo está perfectamente dispuesto: llevan sus mantas, sus lonas, dejan ordenadamente los zapatos en el borde, no tiran absolutamente nada al suelo,... Esto es impensable en nuestro país. Incluso tienen dispuestos grandes contenedores para recoger la basura selectivamente, ¡y los usan! 

Tokiotas comiendo y bebiendo sobre el suelo en Ueno Park

Cerezos en flor en Ueno Park

Botellón si, pero al estilo japonés

El Ueno Park fue el primer gran parque público de Tokio. Es famoso en primavera con la floración de los cerezos. Lo cierto es que merece la visita. Posee un maravilloso estanque con barquitas en forma de pato al más estilo japonés. En torno a él también se encuentran unos cuantos museos de relevancia internacional. No se si es porque es sábado pero hay una gran cantidad de chirinquitos de comida que están llenos a rebosar. Nos hace mucha gracia que un grupo de japoneses nos pidan que les saquemos una foto.


Estanque en Ueno Park

¿ Unas sardinitas asadas?

El mundo al revés:sacando fotos a los japoneses

La noche empieza a caer pero antes de volver a Shinjuku tomamos de nuevo el JR y nos vamos al distrito de Ikebukuro para visitar la tienda principal de Bic Camera. Había oído hablar de ella y tengo curiosidad por visitarla. Cuando entramos y nos dirigimos a la planta de fotografía simplemente me quedo con la boca abierta como un tonto. ¡En mi vida había vista nada igual! Simplemente lo tienen todo de todo. En la vida había visto tanto genero dedicado a la fotografía junto. No puedo ni llegar a imaginar lo que puede valer todo eso. Allí se encuentran todas las marcas del mundo de la fotografía: Lowepro, Manfrotto, Pentax, Sony, Nikon, Canon,..

Esta será la última vez que utilicemos el JRP. Nos metemos un buen homenaje de carne para cenar en un local cercano a la plaza este de la estación de Shinjuku. Valoramos madrugar, o trasnochar, para ir al mercado de pescado de Tokio pero mañana es domingo y no abre. ¡Una pena! Nos retiramos a dormir con la intención de visitar los alrededores del mercado aunque esté cerrado.



DÍA 17 (31/03/2013). ESTANCIA EN TOKIO

El día amanece triste y frío. Las calles están desiertas. Únicamente se pueden ver algún borracho y algún que otro grupo de jóvenes trasnochados que se dirigen como zombis hacia algún local para tomar un café caliente acompañado por un bollo. Tras desayunar en el local de debajo del hotel empezamos a caminar dirección sur. 
Calles de Shinjuku domingo por la mañana

Pequeño templo cerca del hotel
Como ya no disponemos del JRP vamos a movernos principalmente en Metro. Así que poco a poco vamos haciendo camino y llegamos a la estación de metro de Yoyogi. Compramos un billete y nos bajamos en la estación de Shiodome, muy cerca de la lonja de pescado de Tsukuji.

Máquina expendedora de billetes del metro

Lo primero que observamos al salir a la superficie es la monumentalidad de los rascacielos de esta zona. Esta es una verdadera "city" al más puro estilo londinense. No puedo llegar a contar la gran cantidad de edificios de dimensiones desproporcionadas que se encuentran en esta zona. Es más, toda la zona está llena de obras, por lo que es de esperar que van a seguir construyendo más. Entre los edificios discurren multitud de vías aéreas, tanto de tráfico rodado como de trenes.

Rascacielos en la zona del puerto de Tokio

Al irnos acercando poco a poco al mercado podemos observar como cada vez hay mayor cantidad de gente por la calle. Una vez a las puertas del mercado preguntamos a un guarda de seguridad a ver si se puede entrar pero nos dice que los domingos está cerrado al publico. Nos confirma nuestras sospechas por lo que nos dirigimos hacia las calles aledañas las cuales están repletas de puestos de pescado y restaurante cuyo menú se basa en los productos del mar. Podemos contemplar en directo como en uno de estos locales están descuartizando un atún de una manera milimétrica.

Entrada del mercado de Tsukuji

Despiezando un atún

Hay que tener en cuenta que la lonja de pescado de Tokio es la mayor del mundo, seguida por la de Madrid. Japón y España son los dos países mayores consumidores de pescado del mundo, y eso se nota. Visitando los puestos cercanos al mercado podemos reconocer la mayoría de los productos ya que también los consumimos en España. Además, también se venden otras especies nunca vistas por Europa. Compramos para picar algo del pescado que venden. Realmente está rico, algo mas fuerte de sabor de lo que nosotros estamos acostumbrados pero muy sabroso. Nos encontramos con una tiendita de menaje de cocina y entramos para ver lo que tienen. Acabamos comprando varios utensilios de madera ya que tienen muy buena pinta a un precio muy barato.

Puestos de pescado en los alrededores del mercado de Tsukuji





Como el picoteo nos ha abierto el hambre decidimos entrar en uno de los locales para comer un plato de arroz con un trozo del famoso atún rojo a la plancha: muy bueno.

Rico plato de arroz con atún

Deshacemos el camino y volvemos al metro, esta vez para dirigirnos a Shibuya, concretamente al parque Yuyogi, donde los domingos se reúnen todo tipo de tribus urbanas tokiotas: desde las lolitas a los rockers y demás fauna.


Interior del metro de Tokio

Nos adentramos en el parque a través de una inmensa puerta de madera. Nada hace pensar que en este apacible lugar encontraremos una de las mayores aglomeraciones que haya visto en mucho tiempo. La ida y venida de gente y la que llega en tren hace que prácticamente no nos podamos mover.

Una de las entradas al parque

Farolillo

Gente yendo y viniendo de la estación del JR

Es en esta zona donde ya empezamos a ver las primeras lolitas, o cosplays, o chicas de Harajuku. Son bastante exhibicionista en el sentido de que les encantan hacerse fotos con la gente que pasa por allí y con los turistas. El término "cosplay" está relacionado con los atuendos o disfraces que se ponen las chicas y chicos en Japón para emular algún personaje de los comics manga, anime o videojuegos que tan populares son en este país. Las lolitas visten con ropajes de muñecas de lo más variopinto: góticas, princesas, ...

Lolitas, cosplays y demás tribus urbanas


También nos encontramos con otras estéticas o tendencias. La que más nos llama la atención es la de unos rockers que al ritmo de la música que sale desde un radiocasete bailan viejas canciones de rock clásico. ¡Todo un espectáculo que no se debe dejar de ver!

Rocker

Rocker bailando al ritmo de la música





Seguimos paseando por el parque Yuyogi y volvemos a encontrarnos con multitud de tokiotas haciendo botellón y comiendo, de la misma forma que lo que habíamos visto el día anterior en el norte de la ciudad. Parece que la fiesta de la floración de los cerezos dura unos cuantos días, o semanas. El parque está espectacular con todos los árboles en flor: muy vistoso y colorido.

Comiendo y haciendo botellón en el parque Yoyogi

Celebrando la fiesta de la floración de los cerezos







También podemos contemplar a jóvenes disfrutando de la tarde del domingo de las maneras más variaopintas: haciendo tai-chi, a "no moverse", etc.

Jugando a "no moverse"

Nos vamos del parque y cruzamos por el puente de Harajuku en dirección a la calle Takesita. Si en las cercanías del tren ya no nos podíamos ni mover por la cantidad de gente que había, aquí es imposible pasar. Está abarrotado de jovencitas comprando en una infinidad de pequeñas tiendas que discurren a lo largo de la calle. Nos quedamos con la boca abierta de lo extravagante que son los artículos que se venden: desde gorros con guantes hasta disfraces para perros.

Tiendas en la calle Takesita


Lolita en la calle Takesita





Volvemos en tren a Shinjuku para pasar las últimas horas de nuestro viaje en este impactante país. Para celebrarlo nos vamos a un restaurante relativamente bueno para nuestro presupuesto y nos metemos un pequeño homenaje. Nos llama mucho la atención que en la carta de licores tienen ¡KALIMOTXO!, escrito tal cual, en euskera. Fijándonos bien vemos que lo comercializa una famosa marca de refresco de cola. El precio es similar a un combinado.





Nos retiramos a dormir nuestra última noche en el hotel cápsula. Nos acostamos con la sensación de que hemos disfrutado mucho de este viaje.


DÍA 18 (01/04/2013). VUELO Y LLEGADA A BILBAO

El vuelo sale a las doce del mediodía por lo que no necesitamos madrugar mucho aunque no nos podemos dormir en los laureles porque llegar a Narita desde Tokio un lunes puede llegar a demorarse mucho. Tenemos que hacer el recorrido inverso al del día de nuestra llegada: coger el JR en Shinjuku dirección Nippori y aquí coger el tren de la línea privada Kensei dirección a Narita. Al final vamos un poco justo de tiempo. Esperemos que no haya ningún contratiempo. Curiosamente ha amanecido un precioso día de sol, el mejor de todos los del viaje. Nos vamos con la sensación de que el tiempo ha sido mucho peor de lo que en un principio esperábamos, sobre todo en el sentido de que las temperaturas han sido muy bajas, incluso en la isla sur. Tras casi dos horas desde que salimos del hotel conseguimos llegar al aeropuerto. Los trámites para facturar se hacen eternos, meter a más de quinientas personas en un Airbus 580 no debe ser nada fácil. Tras pasar los pertinentes y rigurosos controles de seguridad partimos hacia París. 

El viaje de vuelta se hace entre la nostalgia de haber abandonado Japón, la desolación de tener que volver al trabajo y la expectación de contemplar a través de la ventanilla del avión el Círculo Polar Ártico: ¡un verdadero espectáculo visual!

Círculo Polar Ártico desde el avión

Tras llegar puntuales a París tomamos en avión hacia Bilbao llegando a las diez de la noche. Después de casi veinte horas desde que salimos del hotel en Tokio llegamos a nuestras casas con unas ganas locas de tirarnos sobre la cama.